Jesús llora por los que se cierran a su visita, dijo el Papa

Jesús llora por los que se cierran a su visita, dijo el Papa

20/11/2014

Francisco advirtió aquellos que, tan satisfecho de sí mismos, cierran el corazón a la visita y las sorpresas del Señor

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En la Misa matutina de este viernes, 20, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día (Lc 19,41-44) que habla del llanto de Jesús al acercarse de Jerusalén. El Santo Padre explica que el Señor llora por el cierre del corazón de la ciudad elegida, del pueblo elegido.

“Porque ¡no tenía tiempo de abrirle la puerta! Estaba demasiado ocupada y muy satisfecha de sí misma. Y Jesús sigue llamando a las puertas, como ha llamado a la puerta del corazón de Jerusalén: a las puertas de sus hermanos, de sus hermanas; a nuestras puertas, a las puertas de nuestro corazón, a las puertas de su Iglesia. Jerusalén se sentía contenta, tranquila con su vida y no tenía necesidad del Señor: no se había dado cuenta de la necesidad de salvación que tenía. Y por esta razón cerró su corazón ante el Señor”. “El llanto de Jesús” por Jerusalén – afirmó Francisco – es “el llanto por su Iglesia, hoy, por nosotros”.

Pero, ¿por qué Jerusalén no recibe el Señor?, preguntó Francisco. Y explico que fue porque la ciudad estaba tranquila con lo que tenía, “no quería problemas”.

El Santo Padre señalo la parte del Evangelio en el cual Jesús dice: “si hubieras comprendido también tú, en este día, lo que te trae la paz. No has reconocido el tiempo en el que has sido visitada”. Y aseguro que Jerusalen tenía miedo de ser visitada por el Señor, tenía miedo de la gratuidad de tu visita. Ella estaba segura en las cosas que podía administrar. “Estamos seguros en las cosas que nosotros podemos administrar… Pero nosotros no podemos administrar la visita del Señor, sus sorpresas”.

El Papa dijo todavía que Jerusalén tenía miedo de ser salva por el camino de las sorpresas del Señor, tenía miedo de su Esposo. “Cuando el Señor visita a su pueblo, nos trae la alegría, nos trae la conversión. Todos nosotros tenemos miedo no de la alegría, ¡no! – pero sí de la alegría que trae el Señor, porque no podemos controlarla. Tenemos miedo de la conversión, porque convertirse significa dejar que el Señor nos conduzca”.

Jerusalén estaba tranquila, contenta – prosiguió diciendo el Papa –, el templo funcionaba. Los sacerdotes hacían sacrificios, la gente iba en peregrinación, los doctores de la ley habían organizado todo, ¡todo! ¡Todo claro! Todos los mandamientos claros… Y con todo esto Jerusalén tenía la puerta cerrada”. La cruz, “precio de aquel rechazo” – observó Francisco – nos muestra el amor de Jesús, lo que lo lleva “a llorar también hoy – tantas veces – por su Iglesia”.

A su vez, la cruz, “el precio de aquel rechazo”, muestra el amor de Jesús, lo que el lleva a “llorar también hoy – muchas veces – por su Iglesia” resalto el Papa.

Finalmente, Francisco aseguro afirmarse si los pastores y los cristianos que conocen la fe, el catecismo, que van a Misa todos los domingos están felices con ellos mismos y no necesitan de nuevas visitas del Señor.

“Y el Señor sigue llamando a la puerta, de cada uno de nosotros y de su Iglesia, de los pastores de la Iglesia. Eh sí, la puerta de nuestro corazón, de la Iglesia, de los pastores no se abre: el Señor llora, también hoy”.

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De la Redacción
Fuente: Papa Canção Nova