¿Alguna vez has viajado largas horas en bus y has sentido que te es difícil dormir o acomodar tu cabeza, o te acomodas un instante, y luego ya te cansas y buscas otra posición para quedar mejor? Pues, así es nuestra vida, como un largo viaje en Bus. En esta vida, no conseguiremos encontrar el reposo definitivo de nuestra cabeza, sino, solamente al final de nuestro viaje, cuando descansemos nuestra cabeza en el pecho de Dios.
Pero, ¿será que Dios nos quiso crear para estar siempre incómodos, trabajando sin descanso en esta vida? No, no fue así el proyecto inicial de Dios para el hombre. Pues cuando Dios creó el mundo, Él descansó al séptimo día de todas sus obras. Y el hombre también fue creado por Dios para descansar en Él. Solo que luego del pecado de Adán y Eva, fue que Dios le dijo al hombre “sacarás del suelo el alimento con fatiga todos los días de tu vida” y “comerás el pan con el sudor de tu frente” (Gn 3, 17.19)
También el pueblo de Israel que estaba en el desierto murmuró contra Dios, endureció su corazón y tentó a Dios a pesar de haber visto las obras que Él realizaba (Cf. Sal 95, 8), y el Señor juró en su cólera que no entrarían en su descanso (Cf. Sal 95, 11)
Sin embargo, Él no quiere la muerte del pecador, sino que él se salve. Él anhela que descansemos y reposemos en Él. Y como quedan algunos por entrar en el descanso de Dios, como tú y yo, Él ha señalado un ‘nuevo hoy’: “Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. Por lo tanto, debemos ser precavidos y estar vigilantes y atentos, pues en cada momento del día, en cada momento del HOY, Dios nos está hablando. Si no escuchamos su voz, si somos terco de corazón, o si lo tentamos, no entraremos en su reposo.
Es por eso que escuchando su voz, que es su Palabra, meditando, orando y acogiéndola en nuestro corazón, podremos hacer nuestra la promesa del descanso en Dios. Jesús nos dice: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo los aliviaré” (Mt 11, 28).
Descansemos HOY en Cristo, coloquemos toda nuestras riquezas y pobrezas en las manos de Dios, conscientes de que el descanso eterno no está aquí en la tierra, sino en el cielo.
Dios te bendice
Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva