Predicación de Dunga

Antes de venir a predicar me pregunté, ¿Señor que quieres que diga? ¿Qué quieres que hable? Y a partir de ahí el Espíritu Santo me recordó un pasaje bíblico, y me dijo que hablara sobre el pasaje de Cafarnaúm, Jesús escogió esa ciudad para hacer milagros, porque él sabía que haciendo milagros y diciendo muchas cosas en esa ciudad iba se extenderse para todo el mundo y hoy la estratégica de Jesús no es distinta, porque él sabe cómo actuar en nuestra vida, por eso Jesús escogió Canción Nueva para manifestar su gloria y eres tú quien difundirá la buena noticia.

    Escucha esta prédica:

“Tiempo después, Jesús volvió a Cafarnaúm. Apenas corrió la noticia de que estaba en casa, tiempo después, Jesús volvió a Cafarnaúm. Apenas corrió la noticia de que estaba en casa, se reunió tanta gente que no quedaba sitio no siquiera a la puerta. Y mientras Jesús les anunciaba la palabra, cuatro hombres les trajeron un paralítico que llevaban tendido en una camilla. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo donde él estaba y por el el boquete bajaron al enfermo en su camilla. Al ver la fe de aquella gente, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, se te perdonan tus pecados”. Estaban allí sentados algunos maestros de la ley, y pensaron en su interior: “¿Cómo puede decir eso? Realmente se burla de Dios. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?” Pero Jesús supo en su espíritu lo que ellos estaban pensando, y les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil a este paralítico: Se te perdonan tus pecados, o decir: Levántate, toma tu camilla y anda? . Pues ahora ustedes sabrán que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder para perdonar pecados. Y dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El hombre se levantó, y antes los ojos de toda la gente, cargó con su camilla y se fue. La gente quedó asombrada, todos glorificaban a Dios diciendo: “Nunca hemos visto nada parecido” (Mc 2, 1-12)

Recibes la fuerza, por el poder del anuncio de la Palabra. Aquí, en la comunidad Canción Nueva, de nuestra humilde pero verdadera forma de anunciar, instruir, yo también estoy instruyendo con la Palabra, como lo estaba haciendo Jesús en este pasaje del Evangelio.

Cuatro amigos llevaron al paralítico hicieron de todo para hacerle llegar hasta Jesús, estaban intentando hasta por la ventana. Muchos de nosotros venimos a Canción Nueva a través de un chantaje, el hecho es que o te han traído o has traído a alguien.

Jesús al ver la escena del paralitico, se llenó de compasión, no sabía de quien tenía más fe, los  amigos el paralitico, y se acercó a ellos. Así como los vio a ellos y se llenó de compasión por ellos, él ve tu dificultad, nos ve y nos dice que nos perdona, pero tenemos que buscar siempre la confesión y la reconciliación. ¡Necesitamos buscar Jesús y estar siempre con él! Jesús ve tu sufrimiento y te consuela, ve tus dificultades, y te dice: tus pecados están perdonados. No existe mayor milagro que este, claro que debes oficializar esto y confesarte.

Cada uno de nosotros llegamos hasta esta altura del año, cansados, agobiados por tantos pecados, y recordamos la Palabra que dice: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré” y nos libera del peso de nuestros pecados, como perdonó al paralítico. Jesús tranquiliza al hombre que está paralitico, y hace lo mismo con cada uno de nosotros, nos perdona y nos tranquiliza, aun con todas nuestras dificultades y errores. Sin embargo en aquel lugar estaban los fariseos que decían, “¿cómo puede decir eso, sólo Dios puede perdonar los pecados?” así también existen personas que no quieren que nos sintamos perdonados, existen personas que nos esclavizan en la culpabilidad, quieren que permanezcamos bajo el yugo de la culpabilidad, porque así, sin sentirte libre ellos tienen menos peligro . Pero Jesús quiere liberarte de todas estas personas, de ese traficante, del ese amante y de la depresión, pero Jesús quiere que ante todo te sientas amado, acogido y querido. Y  nada en esta vida nos puede separar del amor de Dios. Él quiere aliviar los fardos de tú vida, por eso necesitamos buscar siempre la confesión y la reconciliación.

Qué es más fácil decir al paralitico ¿levántate y anda o sus pecados están perdonados? ¿Cuál de estas frases es más importante para ti? Pues Jesús nos hace la misma pregunta, ¿Qué estás necesitando? Necesitamos buscar a Dios para experimentar su amor, eso es lo más importante: la gracia de sentir el amor de Dios en nuestra vida y celebrar su victoria, por eso es necesario estar siempre en la intimidad de la oración con Él.

Por fin Jesús se alegró mucho porque has venido aquí en Canción Nueva celebrar las Victoria, porque él siempre te espera. Y siempre que estés con Jesús entrega tus fardos para que puedas quedarte aliviado, deja que él cuida de todas las cosas, ¿Cuánto tiempo hace que quieres parar de fumar? ¿Cuánto tiempo hace que quieres tener una vida tranquila? Pues ha llegado la hora de entregar todas las cosas en la mano del Señor, porque los problemas siempre existirán, pero el ¡Señor está contigo!

Jesús no te quita la carga, pero te ayuda a cargarla, él camina siempre a tú lado, enseñándote a dar un paso por vez. Recuerda que Simón de Cirene, ayudó a Jesús a cargar su cruz, que tenía más o menos 60 kilos, al levantar la cruz junto con Jesús, el peso se dividió. Es eso lo que Jesús quiere hacer contigo, ayudarte a cargar la cruz, por eso, hoy te dice: Ven a mí, tú que estás cansado y agobiado y yo te daré alivio.

¡Ánimo! Jesús quiere darte la victoria sobre todo yugo

Dunga
Comunidad Canción Nueva

Muchas veces quedamos desanimados o frustrados al darnos cuenta de nuestras debilidades, miserias y pecados, sobre todo cuando “siempre caemos en el mismo pecado”.

Frente a esta situación, Dios siempre saca algo bueno, incluso cuando nosotros caemos en pecado. Es un misterio, pues el pecado engendra muerte, pero como Dios no quiere que el pecador muera, sino que se salve, aún en esas situaciones de pecado Él destruye otros pecados en nosotros que nos hacen acercarnos a Él y volver a nuestro lugar, tales como el orgullo, la autosuficiencia, la buena fama y el buen nombre.

Cuando queremos ser perfectos y santos con nuestras propias fuerzas y no lo logramos, caemos y pecamos, nuestro orgullo es quebrado. Percebimos que no somos santos ni perfectos, que somos limitados, tenemos defectos. Como el pecado afecta también a otras personas (incluso los pecados personales al herir al Cuerpo Místico de Cristo) nuestro buen nombre o fama cae por tierra. Así, bajamos del lugar en el cual creemos estar y es Dios quien sube: Solo Él es el Santo y Perfecto, ante quien nos humillamos para, arrepentidos, pedirle perdón.

No es que Dios quiere que pequemos, de ningún modo, pero aveces Él permite que nos soltemos de su mano, después de mucho insitistirle a nuestro Padre que queremos caminar sin su ayuda y, caminando solos, nos damos cuenta de que somos niños pequeños que no sabemos valernos por nosotros mismos.

Si fuésemos perfectos no necesitaríamos de Él, nos bastaríamos nosotros mismos y, no necesitándoLo, no seríamos salvos, puesto que por nosotros no obtenemos esa salvación.

Podríamos preguntarnos si es necesario pecar para arrepentirnos, pedir perdón y así tener la salvación; no creo que sea necesario, pero el pecado es una realidad de la cual en esta vida no podemos escapar: siempre estaremos pecando.

Esta realidad no es para desanimarnos, de ninguna forma. Todo al contrario, Jesús en su Palabra nos dice “ánimo, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). El Señor nos anima, existe esa esperanza de que un día también podamos vencer con Él situaciones de pecados, apegos, afectos desordenados, comodidades, etc.

Entonces, ¿es un rendirse y no luchar? No. Es un “vete y no peques más”, y ten “ánimo, que he vencido al mundo” lo que nos dice Jesús. Es un PHN (Por Hoy No voy a pecar) …pero si pecas, reconócete pequeño delante de Dios, acude al sacramento de la confesión, y continúna luchando contra el pecado…PHN…

“Ánimo, he vencido al mundo”

Dios te bendice

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva

Estudio bíblico de San Lucas 18,9-14

De nuevo Lucas nos presenta el tema de la oración. Los domingos pasados habló de la oración de fe, la oración insistente y hoy no s habla de la oración verdadera.

Humildad = verdad y el fariseo es humilde porque es verdadero.

En realidad, el fariseo es un hombre buenísimo, él mismo cita siete virtudes suyas. El fariseo, si leemos bien, pues es una persona estupenda, no roba, ayuna, paga el diezmo, ¡es espectacular! Sólo que no ve nada que pueda cambiar, es el famoso autosuficiente. En cambio el publicano se sabe incapaz de nada bueno sin Dios. Él se reconoce como lo que es: un pecador público, un publicano. El publicano, como antes ya lo expliqué, era alguien que trabajaba como cobrador de impuestos al servicio de las autoridades locales establecidas por la ocupación romana, es humillado y discriminado por el sistema religioso oficial. Considerado como pecador.

Sin embargo, el fariseo es descartado por Jesús, pues, detrás de una aparente devoción y piedad que es la afirmación de la auto justificación. Él no necesita a Dios y desprecia al humilde e infeliz. El publicano, sin embargo, recurre a Dios con humildad. Busca a Dios en su fragilidad, busca su amparo y protección, recurre a su misericordia.

Al final de cuentas, la humildad no se trata tanto de pensar mal de mí, sino pensar menos en mí. Y el publicano no, no se pone a enumerar sus pecados y defectos, sólo pide la misericordia. Él se humilló ante Dios, y por eso Él lo exaltó.

Que hoy busques a una persona amiga o familiar, que te conozca bien, para que, con sinceridad, puedas preguntarle cuáles son tus virtudes, por las cuales agradecerás a Dios, y tus flaquezas o defectos, para que, en oración verdadera, puedas presentárselas a Dios y en lo que va de la semana, intentar corregirlos, no auto flagelarte, simplemente, intentar ser mejor, con la ayuda de Dios.

Marisa Reyes Franco
Comunidad Canción Nueva

Fuente: cancionnueva.com.es

Orar es hacer violencia a Dios

Tenemos de nuevo uno de los temas predominantes en el evangelio de Lucas: la oración

Quiero recordarte una vez más lo que dice Santiago: “No tiene porque no piden, piden y no reciben porque piden mal” (St 4,2b) San Alfonso de Ligorio decía algo que vemos muy claro en este pasaje: “Orar es hacer violencia a Dios” y ¿qué es violencia? Es utilizar la fuerza y la intimidación para conseguir algo, a veces hasta usando medios ofensivos o poco convencionales. Vemos que la viuda había exigido durante mucho tiempo: “¡Hazme justicia!” (18, 3) y el juez “injusto” se dice a sí mismo, aunque no teme a Dios, ni a los hombres: “Le voy a hacer justicia para que deje de importunarme” (18, 5) O sea, la viuda hizo violencia el juez y alcanzó su pedido. Ahora bien, Dios también es Juez, y es EL Juez, pero uno justo, él es el único justo.

San Lucas, hace unos domingos, nos exhortó a tener fe, hoy, nos exhorta a insistir, continuar, perseverar en el pedido, seguir pidiendo sin desfallecer en la fe ni en la constancia, pues, “¿No hará Dios justicia a sus elegidos que están clamando día y noche? ¿Les hará esperar? (18, 7)

Mi hermano, no sé cual o cuales sean tus pedidos hoy, pero hoy la Palabra te dice: ¡pide! Y que tu respuesta sea positiva ante esta pregunta: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (18, 8b) que tu respuesta sea: “la mía Él encontrará”

Haz violencia en la oración, como la viuda. No dejes de tener por falta de pedido.

Retoma tu vida de oración, hoy mismo, en este momento. No basta pedir con fe una vez, es necesario, pedir, pedir sin para ni desfallecer. Ora con insistencia por tus causas, retoma tu visita al Santísimo, el rezo del Rosario, el estudio de la Palabra. Retoma tu “hacer violencia” y el Justo Juez, hará justicia a tu pedido, si este es para tu salvación

Marisa Reyes Franco
Comunidad Canción Nueva

Fuente: cancionnueva.com.es

“Amor”, una palabra que muchas veces ha perdido su sentido más profundo: unos dicen que el amor es un sentimiento, otros dicen que el amor no es para toda la vida, algunos dicen “te amo” a una persona que conocieron en una noche, hay personas que dicen irónicamente “mira, amor…” o aquellos que deberían decirse “te amo” no lo hacen, como los esposos, los hermanos, los padres a sus hijos, etc…

¿Quien nos puede decir algo sobre el amor?

La propia Palabra de Dios:

En primer lugar, “Dios es amor” ( 1 Jn 4, 8), fue Él quien nos amó primero (1 Jn 4, 19). Si nosotros le amamos es porque solo estamos respondiendo a ese amor de Dios. Si yo no conozco a una persona, ¿cómo podré amarla? Dios nos ama puesto que Él nos conoce ya que Él nos creó.

Y ¿en qué consiste el amor?
El amor no consiste en que nosotros lo hayamos amado, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10)

Ahora, Dios nos ama, nosotros amamos a Dios, pero yo también debo amar a Dios en mi hermano, pues de lo contrario, habría incoherencia de nuestra parte.

Si nos detenemos a pensar bien, nosotros hemos experimentado que Dios es bueno, amoroso con sus hijos, tal vez nada malo nos haya sucedido o nada nos falte. Pero esto es solo una manifestación del cariño de Dios, puesto que Él es todo amor, toda bondad. Sin embargo, su amor es mucho más que todo eso. Todo puede faltar, puede venir el hambre, la desnudez, las persecuciones, el martirio, la muerte, etc, pero aún así Dios nos sigue amando. Pero, tal vez te preguntes,  ¿no que Dios es todo amor?. Sí, solo que el AMOR ES LA SALVACIÓN QUE DIOS NOS HA DADO. TODO PUEDE FALTAR, PERO JAMÁS FALTARÁ SU SALVACIÓN. ESE ES EL AMOR DE DIOS. (Cf. Rm 8, 35ss)

Como dice la canción de Martín Valverde “mira la cruz, esa es mi más grande prueba”.

“PORQUE TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE DIO A SU HIJO UNIGÉNITO, PARA QUE TODO EL QUE CREA EN ÉL NO PEREZCA, SINO QUE TENGA VIDA ETERNA” (Jn 3, 16)

Antes de pensar en el amor o de hablar sobre el Amor, comienza a pensar en Aquel que es el Amor.

Dios te bendice!

Daniel Galaz