“Amor”, una palabra que muchas veces ha perdido su sentido más profundo: unos dicen que el amor es un sentimiento, otros dicen que el amor no es para toda la vida, algunos dicen “te amo” a una persona que conocieron en una noche, hay personas que dicen irónicamente “mira, amor…” o aquellos que deberían decirse “te amo” no lo hacen, como los esposos, los hermanos, los padres a sus hijos, etc…

¿Quien nos puede decir algo sobre el amor?

La propia Palabra de Dios:

En primer lugar, “Dios es amor” ( 1 Jn 4, 8), fue Él quien nos amó primero (1 Jn 4, 19). Si nosotros le amamos es porque solo estamos respondiendo a ese amor de Dios. Si yo no conozco a una persona, ¿cómo podré amarla? Dios nos ama puesto que Él nos conoce ya que Él nos creó.

Y ¿en qué consiste el amor?
El amor no consiste en que nosotros lo hayamos amado, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 10)

Ahora, Dios nos ama, nosotros amamos a Dios, pero yo también debo amar a Dios en mi hermano, pues de lo contrario, habría incoherencia de nuestra parte.

Si nos detenemos a pensar bien, nosotros hemos experimentado que Dios es bueno, amoroso con sus hijos, tal vez nada malo nos haya sucedido o nada nos falte. Pero esto es solo una manifestación del cariño de Dios, puesto que Él es todo amor, toda bondad. Sin embargo, su amor es mucho más que todo eso. Todo puede faltar, puede venir el hambre, la desnudez, las persecuciones, el martirio, la muerte, etc, pero aún así Dios nos sigue amando. Pero, tal vez te preguntes,  ¿no que Dios es todo amor?. Sí, solo que el AMOR ES LA SALVACIÓN QUE DIOS NOS HA DADO. TODO PUEDE FALTAR, PERO JAMÁS FALTARÁ SU SALVACIÓN. ESE ES EL AMOR DE DIOS. (Cf. Rm 8, 35ss)

Como dice la canción de Martín Valverde “mira la cruz, esa es mi más grande prueba”.

“PORQUE TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE DIO A SU HIJO UNIGÉNITO, PARA QUE TODO EL QUE CREA EN ÉL NO PEREZCA, SINO QUE TENGA VIDA ETERNA” (Jn 3, 16)

Antes de pensar en el amor o de hablar sobre el Amor, comienza a pensar en Aquel que es el Amor.

Dios te bendice!

Daniel Galaz

El sufrimiento hace parte de la vida del ser humano, y él se lo cuestiona, esto es lo que más le hace sufrir y sufrir inútilmente, sin sentido.

Saber sufrir es saber vivir. Los que sufren también hacen sufrir a los demás. Por otro lado, los que aprenden a sufrir pueden ver un sentido tan grande en el sufrimiento que hasta pueden llegar amarlo.

Sin embargo, sólo Jesucristo nos puede hacer comprender el significado del sufrimiento. Nadie sufrió como Él y nadie como Él supo enfrentarlo (sufrimiento) y darle un sentido trascendental. Nadie lo enfrento con tanta audacia y coraje como Él.
Hay una distancia infinita entre el Calvario de Jesucristo y el nuestro; nadie sufrió tanto y tan injustamente como l. Por eso, Él es el “Señor del Sufrimiento”, como dice Isaías “El hombre de los dolores”.

Sólo la fe cristiana puede ayudar al hombre a entender el padecimiento y a librarse de la desesperación.

Muchos filósofos sin fe hicieron sufrir a muchos. Marcuse llevo a muchos jóvenes al suicidio. De la misma forma, Schopenhauer, recalcado y víctima trágica de las decepciones, llevó al pesimismo y a la tristeza a muchos. Zenón, padre de los estoicos, enseñaba una actitud ante el sufrimiento: sólo resignación mórbida, que, en verdad es mucho más un complejo de inferioridad. Lo mismo hizo Epicuro, que estimulaba una fantasía perjudicial y vacía, sin sentido práctico. De la misma forma, lo hacía Seneca. Jean Paul Sarte miraba la vida como una agonía incoherente vivida de modo estúpido entre dos nadas: comienzo y fin: tragicomedia sin sentido a la espera del nada definitivo.

Los materialistas y ateos no entienden el sufrimiento y no saben sufrir porque, el sufrir para ellos es una tragedia sin sentido. Sus libros llevaron la desesperación y el desánimo de muchos. “Wherther”, de Goethe, inducía a decenas de jóvenes al suicidio. “La Comedia Humana”, de Balzac, llevó a muchos a trágicas condenaciones. Después de leer “La nueva Heloisa” de Rosseau, una joven se reventó el cerebro en la plaza de Ginebra. Varios jóvenes también se suicidaron, en Moscú, después de leer “Los siete ahorcados”. De Leonid Andréiev.

Un día Karl Wuysman, escritor francés, entre el revólver y el crucifijo, escogió al crucifijo. Para muchos esta es la alternativa que resta.

Estos filósofos, sin fe, llevaron a muchos a la intoxicación sicológica, a la desesperación y la depresión, porque no podían entender el sufrimiento a la luz de la fe.

¿Quién nos enseña sobre el sufrimiento? Solamente Nuestro Señor Jesucristo y los que vivieron su doctrina. Ninguno de ellos dijo: “El Señor me engaño”. No. Al contrario, en los labios y en la vida de Cristo encontraron fuerza, ánimo y alegría para enfrentar el sufrimiento, el dolor y la muerte.

Algunos preguntan: si Dios existe, entonces, como puede permitir tanta desgracia, especialmente con personas inocentes?
¿Será que el todopoderoso no puede o no quiere intervenir en nuestra vida o será que no ama a sus hijos? Cada religión da una interpretación diferente para esa cuestión. La iglesia, con base en la Revelación escrita y transmitida por la Sagrada Escritura, nos enseña con seguridad. La respuesta católica para el problema del sufrimiento fue dada de manera clara por San Agustín ( t 430 ) y por Santo Tomás de Aquino ( t 1274 ): “ La existencia del mal no se debe a la falta de poder o de bondad en Dios; al contrario Él sólo permite el mal porque es suficientemente poderoso y bueno para quitar del mismo mal un bien mayor”

¿Cómo entender esto?
Dios, siendo por definición el Ser Perfectísimo, no puede ser causa del mal. Luego, está la propia criatura que puede fallar, ya que no es perfecta como su Creador. Dios no podría haber hecho una criatura perfecta, infalible, porque entonces sería otro Dios.

En verdad, el mal no existe, enseña la filosofía; este es la carencia del bien, por ejemplo, el dolor es la carencia del estado de salud; la ignorancia es la carencia del saber, etcétera

Por otro lado, el mal pude ser también el uso incorrecto, malo, de cosas buenas. Un cuchillo es bueno en la mano de la cocinera, pero no en la mano de un asesino… hasta una droga es buena, en las manos del anestesista.

El Altísimo permite que las criaturas vivan conforme a la naturaleza de cada una, permite, pues, las respectivas fallas. Toda criatura, entonces, por el hecho de ser criatura, es limitada, finita y por eso, sujeta a los errores y fallas, los cuales acaban generando sufrimiento. Así, el sufrimiento es, de cierta forma inherente a la criatura. El Papa Juan Pablo II, el 11/02/84, en la Carta Apostólica sobre ese tema dice que: “El sentido del sufrimiento es tan profundo cuanto el mismo hombre, precisamente porque manifiesta, a su modo, la profundidad propia del hombre lo sobrepasa. El sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre ( Dor Salvifica, n 2 ) “De una forma u otra, el sufrimiento parece ser, y de hecho es, casi inesperable de la existencia terrestre del hombre” (DS, n 3)

Prof. Felipe Aquino.

Fuente: cancionnueva.com.es

Jesús vivió su Pasión, pero María también sufrió al ver a su Hijo morir en la Cruz. Dejamos con ustedes las meditaciones del “Víacrúcis de la Virgen Dolorosa”. Si tienes problemas con tu reproductor o quieres descargarlo a tu pc, haz click aquí.

Dios te Bendice!

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva

La Semana Santa se inicia este domingo, con el Domingo de Ramos. Es por eso que queremos compartir con ustedes algunos videos que nos ayudarán a comprender un poco más el gran misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Dios los Bendice

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva

Cuando se escucha hablar sobre el “tomar su cruz cada día” (Lc 9, 23) se piensa en una carga, en un peso, en una dificultad o tribulación a llevar sobre nuestras espaldas. Puede ser que nuestra cruz sea muy pesada, pero el verdadero sentido de la cruz, no es el sufrimiento, sino la SALVACIÓN. Jesús sufrió, y consiguió la salvación para nosotros. Has pensado que esa dificultad por la cual pasas, y que Jesús nos invita a tomar, hace parte de tu salvación?

En este tiempo de Cuaresma, tomemos nuestra cruz, caminemos con ella, así como Cristo caminó. Tú no estás solo, Cristo te ayuda a llevarla, así como a Jesús también lo ayudaron a cargar con su cruz. Y recuerda, luego de la cruz, está la resurrección. Ánimo, sigamos caminando,  la alegría del Señor es nuestra fuerza (Ne 8, 10)

Dios te bendice!

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva