Es sabido por muchos el gran dolor que la Iglesia está sufriendo por causa de algunos de sus hijos, los sacerdotes. Esta situación no solo afecta al clero, sino que también afecta a todo el cuerpo de Cristo, desde el Santo Padre hasta el recíén bautizado.
La Iglesia, frente a las acusaciones, ha respondido con la verdad, dejando los casos que corresponden en manos de la justicia, reconociendo la debilidad de sus hijos, pero también amándolos, puesto que Jesús detesta el pecado pero ama al pecador.
Sin embargo, se puede hablar de una persecución a la Iglesia, que no es algo ‘nuevo’ en nosotros. Toda la vida de la Iglesia ha estado marcada por persecuciones. Vean lo siguiente: en cada persecución a la Iglesia, Dios ha derramado su Espíritu Santo con gran poder. Aquí algunos ejemplos:
La Muerte de Jesús: El pueblo llevó a Cristo a la cruz. Cuando clavaron a Jesús en la cruz, y un soldado lo traspasó con su lanza, de su costado derecho brotó sangre y agua: Jesús se derramaba para toda la humanidad, limpiándola de sus pecados. Así, según Juan, nacía la Iglesia redimida por Jesús (Jn 19, 34)
Persecusión a primeros cristianos: Los apóstoles clamaban al Señor en medio de la persecución, y el Espíritu Santo se derramaba con mucha fuerza, y anunciaban con más valentía la palabra de Dios (Hch 4, 23-31)
Persecusión a la Doctrina: La Iglesia fue perseguida en su doctrina por más de mil años, entre los siglos V y XVI aproximadamente. Por esta persecución, el Señor derramó su Espíritu, donde suscitó a los grandes doctores de nuestra Iglesia, grandes concilios y reformas de la Iglesia.
Persecusión en lo moral: Es lo que hoy estamos viviendo como Iglesia, frente a la moralidad, donde se cuestiona asuntos como el celibato sacerdotal, la autoridad de la Iglesia, etc…
Son solo algunos ejemplos, lo concreto es que en cada período de persecusión, Dios derrama en abundancia su Espíritu Santo…podríamos decir que nunca podrán destruir nuestra Iglesia puesto que estarían peleando con el propio Dios y cada herida que causen a nuestra Iglesia, de ella brotará sangre, agua, Efusión del Espiritu Santo.
Y lo más lindo de todo esto, es que tú eres partícipe de este acontecimiento, instrumento del Espíritu de Dios.
Dios te bendice. Ven, Espíritu Santo!
Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva