Les dejo el primero de 6 videos que fala sobre castidad, en un lenguaje claro, directo, juvenil y revelador para todos nosotros.
Puedes acceder al resto de los videos (5) aquí
Dios te bendiga!
Les dejo el primero de 6 videos que fala sobre castidad, en un lenguaje claro, directo, juvenil y revelador para todos nosotros.
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Dios te bendiga!
“Felices los puros de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5, 8)
Tanto dentro como fuera de la Iglesia, es común escuchar frases como: “si todos lo hacen”, “mientras haya amor, está bien”, la Iglesia tiene que adaptarse a los nuevos tiempos”, “la Iglesia no se mete en mi cama”.
No nos dejemos engañar: solo teniendo un corazón puro, podremos ver a Dios y descubrir su voluntad. Si vivimos en pecado, no podremos descubrir cuál es su voluntad para nuestra vida, puesto que viviremos cegados, en la impureza, no pudiendo ver con los ojos de Dios. Sin duda, la voluntad de Dios es que seamos felices, siendo libres y no esclavos del pecado. Si vivimos un pololeo en castidad, en pureza, podremos discernir si quien está a mi lado es o no el regalo de Dios para mi vida. No seamos tibios, no hablemos de “hacer el amor” cuando no estamos bendecidos (todavía) por el sacramento del matrimonio. “Hacer el amor” fuera del matrimonio no es hacer el amor, si no que es “fornicar”. (El pecado seduce, engaña…incluso altera nuestra forma de hablar)
Todo pololeo debe ser fruto de una buena amistad. Todo matrimonio, fruto de un excelente pololeo. Tal vez un pololeo comience sin una veradera amistad…entonces, no comenzó del todo bien. Si un matrimonio es fruto de un pololeo no santo, será muy difícil vivir un matrimonio en santidad. Lee bien:
Tu pololo debe ser tu mejor amigo – Tu polola debe ser tu mejor amiga.
Tu esposo debe ser tu mejor amigo – Tu esposa debe ser tu mejor amiga.
Si tú tienes un mejor amigo, que no es tu esposo, te has casado con la persona equivocada.
Si tú tienes un mejor amigo, que no es tu esposa, te has casado con la persona equivocada.
Permítanme poner este trozo de Eclesiastés 6, 14-17, ampliando la amistad al pololeo…
Un amigo (pololo, polola) fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro.
Un amigo (pololo, polola) fiel no tiene precio, no hay manera de estimar su valor.
Un amigo (pololo, polola) fiel es un bálsamo de vida,que encuentran los que temen al Señor.
El que teme al Señor encamina bien su amistad (pololeo), porque como es él, así también será su amigo
Ánimo, lo importante es tener un corazón deseoso de hacer la voluntad del Señor, de alcanzar la santidad. Si caemos, leventémonos, reconozcámonos pecadores, acudamos a recibir el Sacramento de la Sanación (confesión) y sigamos caminando en el Señor.
Dios te bendice.
Daniel
Son parte del proceso de la madurez humana las dudas y la cantidad de preguntas que nos hacemos. Cuando se trata de relacionamiento, esto aumenta. Cuando conocemos a alguien y comenzamos a crecer en la amistad, llega un momento en que nuestros sentimientos se confunden y la vieja pregunta surge en nuestro corazón: ¿Es noviazgo o amistad? El problema no está en cuestionarnos, sino en querer obtener respuestas inmediatas. Quien no espera el tiempo justo de la respuesta y se precipita, no sólo corre el riesgo de perder una buena amistad sino también puede perder un buen noviazgo.
Cuando se trata de sentimientos, las confusiones interiores son naturales. Nuestro corazón, muchas veces, es territorio desconocido y sorprendente. En cada nueva experiencia reacciona de manera rara, desconcertándonos y dejándonos sin saber cómo actuar. No hay una regla en lo que se refiere al sentimiento y a las relaciones, sólo la prudencia para parar, esperar, observar para después actuar.
Toda amistad pasa por fases de madurez, las cuales se van desencadenando a medida que nos acercamos a la otra persona. Una de esas fases es conocida por las personas más entendidas como “enamoramiento” pero nosotros preferimos llamarla “pasión” cuya definición muestra bien los sentimientos que son vividos en ese período: sentimiento fuerte; designa amor, atracción, acentuada predilección, etc. Cuando nos acercamos a alguien, nos convertimos en amigos- sea de un hombre o de una mujer – existe ese momento de querer estar siempre cerca, de saber y de participar de la vida del otro, de sus luchas, de sus deseos, de querer el bien, de importarse con todo lo que él vive, de cuidar, de amar de forma concreta. Es justamente de esa fase, completamente espontánea en cualquier amistad, de la que estamos hablando.
Es en ese momento del relacionamiento que la pregunta aparece y comenzamos a cuestionarnos, lo que es muy natural, principalmente si es una amistad entre un hombre y una mujer. Pero si intentamos, ya en este momento, dar respuestas a ese cuestionamiento podemos echarlo todo a perder. Esto ocurre porque la pasión es común tanto en la amistad, como en los relacionamientos amorosos, lo cual puede confundir a nuestro corazón. ¿Cómo discernirlo entonces?
Lo primero es dejar pasar ese tiempo de intensas emociones. Dejar que el tiempo sea nuestro mejor amigo y nos muestre la voluntad de Dios para ese relacionamiento, sólo cuando el polvo de las emociones fuertes baja conseguimos percibir las cosas como realmente son. Después de eso vemos a la persona como verdaderamente ella es, sin impresiones inmediatas, percibiendo sus defectos y reforzando sus cualidades. Es en este momento que vamos a parar, meditar y muy sinceramente, buscar en Dios una respuesta, para solo después actuar.
Cuando no se vive este proceso de manera tranquila y santa, muchos problemas aparecen. Una amistad que tenía todo para salir bien, para hacer que dos personas crezcan juntas, puede ir a la basura por la prisa en responder los cuestionamientos interiores. Y así, siempre alguien sale herido por sentirse usado, por desilusionarse con la otra persona y creer que todo no fue más que por puro interés.
Todo buen noviazgo comienza con una buena amistad. Pero no todas las buenas amistades terminan en un buen noviazgo. Es necesario mucha prudencia, mucha calma y paciencia. Quien vive este tiempo de forma madura acaba cosechando los mejores frutos del relacionamiento. El noviazgo generado por amistad es sano, sin ilusiones o precipitaciones, pues las personas lucharon para conocerse antes de tomar cualquier actitud. Por otro lado, si el relacionamiento permanece como una buena amistad el conocimiento adquirido y la madurez alcanzada por los amigos van a generar mucho respeto, confianza y libertad entre los dos. En ambos casos, la espera siempre es el precio y la certeza de la felicidad.
Tal vez estas con ese cuestionamiento en tu corazón. La relación con alguien muy especial te está llevando a cuestionarte sobre la voluntad de Dios para determinada amistad. Para, espera, observa, reza y sólo después actúa. No quieras juntarte al grupo cada vez más grande de personas frustradas en tantos relacionamientos, pues confundieron las cosas y cambiaron los pies por las manos. No te dejes llevar por las burbujas de tus sentimientos. Espera que todo se calme en tu interior para que puedas discernir bien la voluntad de Dios y no echarlo todo a perder.
Mientras tanto, es bueno recordar que esa espera en el discernimiento precisa ocurrir de ambas partes. Nadie ama a solas ni convence al otro a amar. Por eso es necesario dejar pasar la fase de la pasión en ambos corazones, para que después busquen juntos – y en Dios- una respuesta coherente.
Quien en sus amistades supo vivir todo esto de forma serena y correcta, hoy puede testimoniar, por los frutos, la realización plena de la voluntad de Dios. Por eso, aprende a esperar para después responder a esta pregunta. Si es amor o amistad sólo el tiempo va a responder, por eso, paga el precio de la felicidad: ¡espera!
Tu hermano;
Renan Félix
Comunidad Canción Nueva
Junto a Álvaro, candidato chileno a la Comunidad Canción Nueva, grabamos este programa ‘Déjate Amar’, donde compartimos sobre la Familia.
Dios los bendice!
Hablar de castidad es ir más allá de no tener relaciones sexuales, al igual que hablar de virginidad implica el no tener relaciones sexuales antes del matrimonio.
A lo que me refiero es que cuando hablamos de castidad o de virginidad no sólo nos referimos a la pureza del cuerpo, sino que también implica pureza de mente, de espíritu y de intención.
Es decir, no podemos hablar de pureza si a través de la mente, de la vista y por todos los sentidos se han fomentado emociones, pensamientos y deseos que están muy lejos de llamarse vivencia de la castidad.
La castidad implica todo nuestro ser, es decir, cuerpo, mente y espíritu. Es la manera más plena de vivir tu sexualidad.
Es una realidad contundente que vivir la castidad no es fácil, de lo contrario, se requiere de mucha fortaleza para vencer las tentaciones e ir contra corriente en un mundo lleno de falsas ideas de felicidad y de amor. Sin embargo es posible lograrlo ya que para eso Dios nos ha regalado las facultades de la racionalidad, la voluntad, y la libertad, que nos diferencian de los animales ya que tenemos la capacidad de superar los instintos y las pasiones.
Cada vez que estés a punto de caer en la tentación recuerda que Dios te ha dotado de inteligencia, de voluntad y de libertad, por lo tanto tienes una gran responsabilidad, atrévete a aceptarla y a vivir de una manera íntegra y plena, es decir, viviendo tu sexualidad de acuerdo al plan de Dios!
Por: Nancy Escalante
Fuente: ALMAS