Dios quiere hablar con nosotros sobre las cosas que no vienen de Él.

La oración constituye uno de los elementos fundamentales de nuestra vida espiritual. Santa Teresa de Ávila afirma: “Quien reza se salva; quien no reza se condena”. La mayor gracia que poseemos, la cual se nos fue dada en el bautismo, es podes llamar a Dios de “Padre”, podemos y debemos llamarlo así, porque somos sus hijos en el Hijo.

Si somos hijos– ¡y lo somos! – necesitamos estar constantemente en la casa del Padre, pues el lugar de los hijos es en casa junto con el Padre. Jesús es éste que siempre se encuentra retirado en profunda oración a Dios.

¿Y que es la oración? Los discípulos quieren aprender y preguntan al Señor Jesús como rezar. La oración es el coloquio de amor entre dos personas que se aman; es el diálogo más profundo de la vida y del alma con Dios, en la certeza de que podemos derramar nuestra vida – con todo lo que compone – en la presencia de Dios – amor.

La esencia de mi oración jamás será la fidelidad – siempre estoy en oración. Jamás será la fidelidad – siempre estoy en oración. Jamás será la piedad – estar todo entero en la oración. Todo eso es consecuencia de la oración. La esencia de la oración es la verdad, mi verdad acerca de todo aquello que soy, vivo y estoy sintiendo. En verdad, reza quien toma la actitud de rasgar las vestiduras en la presencia del Señor. Los mayores hombres y mujeres de la Sagrada Escritura siempre tomaran la decisión de rasgar las vestiduras delante de Dios todopoderoso. ¿Qué significa rasgar las vestiduras? Significa desnudarse delante de Dios Padre: significa arrancar las máscaras de hipocresía delante del Señor, igual al publicano que sube al templo para rezar.

El asunto que el Señor quiere tratar con nosotros no es sobre nuestras cualidades, nuestros dones, sobre lo que tenemos de maravilloso y santo. Todo eso, a lo sumo, el Señor quiere que vayamos a agradecer y a colocar al servicio de los hermanos, pues todo lo vino de Él; es gracia, es don. Lo que el Señor quiere hablar con nosotros es de lo que está en nosotros que no vino de Él – nuestros pecados, nuestras miserias, nuestras infidelidades, nuestras heridas… Porque Él quiere transformar todo eso – al sanar nuestro corazón – en don, en carisma, en vida para dar vida a los otros.

La oración de Nuestro Señor  estaba constituida por un polo totalizante, o sea, rezaba toda la vida. Todo era oración para Cristo; todo era materia prima de encuentro con el Padre. El motor de nuestra oración es la confianza. Jesús confía en el Padre, o sea, Él quiere enseñarnos que del Padre solo puede venir lo que hay de mejor para nuestra salvación y realización. Debemos confiar, porque ¿puede un padre dar cosas malas a sus hijos? Si puede, nos convencemos de una cosa: este es todo, menos padre, porque del padre – si este es verdaderamente un padre – solo puede venir cosas maravillosas.

El “recipiente”, que tomará todas estas maravillas y que el Padre derrama sobre sus hijos, se llama confianza. Con confianza, pidamos y recibiremos. ¡Jesús, en Vos confío!.

Padre Pacheco.
Comunidad Canción Nueva.

Fuente: cancionnueva.com.es

Cuántas personas que nos encontramos por las calles se perciben desorientadas, caminando sin un destino donde llegar, sin un sentido de vida, sin saber quienes realmente ellas son.

“No hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y nosotros por Él” (1 Co 8, 6)

En este simple versículo, se resume todo el sentido de nuestra vida: de quien procedemos, para quien somos y por quien somos. Aquí está el sentido de nuestra vida, el rumbo y camino a seguir.

El verbo SER nos ayuda a entender mejor esto:

SOY en Dios y SOY para Dios. Sin Dios, yo no soy y soy para todos menos para Él.

Solo sabiendo de dónde procemos sabremos hacia donde ir y cuál es el sentido de nuestras vida.
Si no tenemos a Dios, aún viviendo, no conseguiremos “existir” ni ‘ser’ en plenitud.

Entonces, ahora que sabemos de quien precedemos, para quien somos y por quien somos, vayamos hacia Dios, seamos en Él y para Él.

Dios te bendice!

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva

09. July 2010 · 1 comentario · Categorías:Varios · Etiquetas:, ,

Hola escribo para dejar algunos puntos que destaque del libro “La vida no poder do Espíritu Santo” de Marcio Mendes.

1.- No debemos quedarnos al rededor de Jesús, no debemos quedarnos solo cerca de Jesús, debemos ir a tocar a Jesús para estar realmente con Él. Cuando Jesús sanó a la hemorroisa no fue Él quien la buscó sino que ella con esfuerzo y fe llegó al lado de Jesús, y lo tocó, ella una mujer enferma atravesó a la multitud que solo rodeaba a Cristo pero no lo tocaba. Seamos como ella y vayamos al encuentro de Jesús aunque a veces sea dificil, solo así seremos sanados por Él.

2.- Hay hoy en día muchos muertos en vida, personas en las drogas, en el alcohol, en la prostitución y tantos otros males. El Espiritu Santo nos trae vida y al bajar sobre quien lo pide da vida, la vida que viene de Dios padre, por amor a sus hijos. En el paraíso el primer hombre vivió por el soplo de Dios, hoy ocurre lo mismo: el hombre que está muerto puede ganar vida por el soplo de Dios.

3.- Por causa de seguir a Dios inspirado por el Espiritu Santo serán tratados de locos, al mismo Marcio Mendez le sucedió. Cuenta que, una vez, un taxista al que le compartía su vivencia le dijo que “não tinha os miolos em ordem” el equivalente a decirle a alguien que “se le arrancan los enanitos al bosque”. Pero después ese mismo taxista reconoció el amor de Dios que ese loco le llevó a su vida en ese dia.

4.- Muchas veces sentimos que nos estamos quedando sin fuerzas para seguir en el trabajo de Dios y, ciertamente, si usamos nuestras fuerzas en algún momento nos debilitaremos, pero si somos realmente trabajadores de Dios seremos “impulsados sin cesar por el Espiritu de Dios” que vendrá sobre nosotros.

5.- El Espiritu Santo no actúa sobre las personas que se creen autosficentes (confiezo que es por esta razón que el Espiritu Santo no actuaba en mi vida), aquellas que no necesitan nada, que tienen y pueden hacer todo y que no necesitan de nadie, estas personas saciadas no reciben el Espiritu Santo porque creen no necesitarlo. Busquemos en nuestro corazón cuales son nuestras autosuficiencias y venzámoslas para que podamos recibir el poder de Dios. Para vaciar un corazón se necesita humildad, sentirse necesitado de Dios y es ese vacío el que luego se llenará del Espiritu de Dios. Porque Jesús vino para los pecadores y necesitados no para los “santos”.

6.- Debemos pedir el Espiritu Santo pues Él no va a forzar las puertas de nuestro corazón, somos nosotros quienes debemos abrírselas sin condiciones. Sin miedo a lo que Él pueda realizar en nuestro corazón, sin miedo al ridículo, o a los grandes prodigios que Dios pueda realizar con el envío de su Espíritu Santo.

7.- Nunca debemos perder el ánimo porque eso nos llevara a la ruina, debemos luchar por mantener la fe para llegar a la salvación, buscar a Dios siempre, en todo lugar, pidiendo su misericordia, porque Dios no quiere compartir nuestro corazón con el pecado sino que quiere ser íntegramente su dueño. Así comenzaremos a vencer las batallas de la fe, ya que si Dios es por nosotros ¿quién será en nuestra contra?

8.- Despues de recibir al Espiritu Santo debemos dejarlo actuar en nuestra vida, no podemos siempre estar pidiendo que Él venga sobre nosotros porque en muchos casos ya llegó, pero no lo dejamos hacer sus maravillas. Aunque siempre debemos estar renovando su estadía en nuestro corazón, para que Él nunca se vaya.

9.- El amor de Dios que se deposita en nosotros por medio de su Espiritu Santo debemos repartirlo a los otros para que no se pierda dentro de nosotros. El amor de Dios, al no ser compartido, es como un rico pastel que uno deja en su refrigerador y pasa el tiempo y nunca lo servimos, llegará el momento donde se pudra porque no lo repartimos.

Bendiciones. Alvaro Admin

¿Te has preguntado por qué esa persona que era catequista, o ministro, músico, líder de la parroquia, que cuando predicaba se veía tan imbatible en su fe, ahora ya no participa más de la Iglesia? ¿será que se le acabó el aceite?

O tú mismo, aveces percibes que estás desanimado, sin ganas de orar, de participar de la Eucaristía, o ya no encuentras nada nuevo en tu grupo de oración…¿será que se te está acabando el aceite?

Me explico…

En la parábola de las diez vírgenes (Mt 25, 1-13), éstas están esperando la llegada del novio con sus lámparas en mano. Cinco de ellas son prudentes, que tomaron el aceite necesario para mantener sus lámparas encendidas y cinco de ellas, necias, que no se proveyeron de aceite para sus lámparas. Cuando llegó el novio, las prudentes tenían las velas encendidas y pudieron entrar a la fiesta. Sin embargo, las necias habían ido a comprar aceite y se quedaron afuera del banquete de boda.

En nuestra vida, el aceite es quien hace que nuestras lámparas duren encendidas hasta la venida del novio, que es Jesús. Pero, ¿cuál es ese aceite? La vida de oración, la intimidad con la Palabra, la vida sacramental, es el aceite que hace que nuestra lámpara no se apague y que esté encendida cuando vuelva Jesucristo. No es un aceite que viene de nosotros, sino es un aceite santo, que viene de Dios, que es capaz de mantenernos en vela, despiertos, alimentando cada día nuestra fidelidad, perseverancia, lucha por la santidad y el amor por Dios y por el prójimo. De lo contrario, al estar media apagadas nuestras velas, también nuestra vida se irá apagando, hasta encontrarnos en un estado de dormición de nuestra fe.

Puede que tu lámpara esté encendida…manténla así teniendo esa intimidad con Dios. Si se está apagando, o ya se apagó…apúrate, corre! no sea que Jesús llegue cuando estés de camino a comprar el aceite.

Entonces, “velad, porque no sabéis ni el día ni la hora.” (Mt 25, 13)

Dios te bendice!

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva

De “Tomás, el Musical”, dejamos con ustedes esta hermosa canción vocacional…’Un llamado especial’.
Todos tenemos un llamado a entregarle nuestras vidas a Dios, a ser de Él, a ser santos…pero a otros, Él los llama a consagrar su vida, para amar solo a Dios y a su Iglesia.

Dios los bendice!

Daniel Galaz
Comunidad Canción Nueva