Volver a Dios, aun entre las tinieblas
Leamos el Evangelio de San Juan 3, 22-30
Donde el Espíritu Santo se derrama, el pueblo se reúne.
En este capítulo se dice que la gente iba a Jesús, era esa justamente la discusión.
Volvamos unos versículos atrás inicio del capítulo 3.
Mira, no importa cual es el motivo por el cual la persona va a Jesús. Nicodemo va durante la noche, porque no quería ser visto por nadie.
Como muchos de nosotros hicimos. Pero lo importante es que las personas iban y aun van, porque Jesús quiere restaurarlas, sanarlas, salvarlas, con nosotros.
Debemos promover el encuentro de las personas con Jesús, aun en las tinieblas, pues no importan las circunstancias o las motivaciones primeras de esta búsqueda de Jesús, lo importante es ir a Él
Corremos el riesgo de no creernos listos para responder al llamado de Dios, de creernos indignos y por eso no ir al Señor. Pero no estamos nunca listos, por eso, no esperes no tener pecados para acercarte a Él.
Porque solo Él puede hacerte nacer de nuevo. Fue esto lo que le dijo Jesús a Nicodemo: “Si quieres crecer en Dios, debes tener tu propia experiencia” (Jn 3, 5)
Vamos ahora a Ezequiel 36, 25 – 28 Esta Palabra se renueva en el corazón de todos aquellos quienes creen. En este pasaje la primera Promesa de Dios es: “Soy Yo, Dios, quien te dará esta capacidad de tener un corazón nuevo” Y sólo Dios puede hacer esto.
Muchos de los que nos hemos entregado al Señor con una vida radical en Él, traemos en nuestro corazón una aflicción: que aquellos a quienes amamos no acompañan nuestra caminata en Cristo.
pero olvidamos las promesas de Dios, que dicen que sólo el Espíritu convence, Dios no obliga a nadie.
No podemos dejar de convertirnos aun dentro de una comunidad. Pensamos muchas veces que las personas, los hermanos de comunidad ya están convertidos, y olvidamos que ellos están en proceso de crecimiento en Cristo Jesús.
Y Jesús nos dice: “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón” Si quieres crecer en Jesús, míralo a Él.
Manso es aquel que se deja tocar por Dios, pidamos al Espíritu que nos ayude a ser personas mansas.
Muchas veces corremos el riesgo de mirar demasiado los errores de nuestros hermanos que comenzamos a quedarnos embrutecidos, y embrutecidos comenzamos a volver a las actitudes del hombre viejo.
Quien no es manso, es embrutecido.
Debes dejar atrás las decepciones, porque eso no te hace manso. Saca los ojos de las miserias humanas, y pon tus ojos en Jesús. esto es ser humilde. Es reconocer que las personas se equivocan.
La conversión comienza cunado la persona dice “soy pecador” y sabe que no es la única que padece de este mal sino que tiene hermanos que también. Ser humilde reconocer mis pecados y compadecerme con mi hermano que por ser pecador, también se equivoca como yo.
:: Estado de vida, prédica de André Botelho
La efusión del Espíritu Santo es para todos los días y al abrir mi corazón este se derrama. Si cerramos el corazón no se da esta efusión. Perdonamos pero decimos que se debe hacer justicia. Y cuando nos cerramos en este pensamiento, nuestra vocación corre riesgo.
La Palabra del Señor nos alerta: nuestra vocación pasa por salvaguardar esta bella construcción que ella es. El orgullo es un camino para la perdición. ¿Cómo podemos seguir a Jesús sin humillarnos?
Si Él mismo se humilló, si Él tanto se rebaja hasta nosotros, ¡cómo no hemos de rebajarnos ante Él y romper nuestro orgullo!
Dejamos todo sabiendo que íbamos a seguir a Jesús y habíamos de tener mil veces más en padres, hijos, pero no sin persecuciones. Dejamos todo sabiendo que San Pablo decía ya no soy yo quien vive en Cristo quien vive en mí.
Cuando entramos a una comunidad, podemos dejar de ver por mucho tiempo a nuestros familiares, pero existe una amiga que nunca deja de venir a visitarnos, se llama “Prueba“.
¿Cómo Dios te prueba? Con lo que te derrite, con lo que te duele.
La Palabra habla de una hombre que estaba siendo muy probado, llamado Job. Lo perdió todo, familia, campos, ganados, todos sus bienes y cuando parecía que todo lo había perdido le sobrevino una enfermedad, la lepra.
No faltaron personas que cuestionaran al Dios de Job, hasta su mujer cuestionó la fe de Job, pero no la juzguemos a la pobre, piensen, perder a todos sus hijos, murieron todos ellos.
Su propia mujer le cuestiona en medio del dolor de las pruebas. Job corre al encuentro de su Señor, se lanza de rodillas en la presencia de Dios y dice: “Dios me dio, Dios me quitó, bendito sea el nombre del Señor.”
El gran Job del Nuevo Testamento es Jesús, y Él es quien puede hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos. El hombre nuevo necesita crecer y el viejo debe morir. Si no puedo darle muerte, pues debo aprender a mortificarlo.
En nuestras prédicas hablamos mucho de la vida nueva. La vida puede cambiar por cosas aparentes: una persona se casa, se muda de casa, descubre un talento y dice: “estoy viviendo una vida nueva” y es verdad, pero también existen personas que se sentían sin Dios, como muertas en su interior, que sin haber muerto probaron un poco de lo que es el infierno.
De ahí viene Dios y la rescata. La persona dice: “Tengo ahora, que he encontrado a Dios, una vida nueva” Esto se llama verdaderamente vida nueva, es diferente a lo que antes les dije.
Debemos aprender a ir a Jesús aun en medio de las tinieblas de nuestras miserias. No hemos entrado a una comunidad porque somos santos,sino que entramos a una comunidad porque queremos ser santos.
Y esto cuesta sangre,sudor y lágrimas, pero no hay otra vida mejor que la de un consagrado, es la mejor vida que podemos vivir.
Quizás sientes que tu vida se ha enfriado, miras atrás y dices que ya no es igual. Es hora de que escuches a Jesús que te dice; “Ven a mi y bebe y de tu interior manarán ríos de agua viva”, agua que puede dar vida a aquellos que vienen hasta ti.
Este mundo está árido, pero existe un río que da vida a este mundo y su nombre es Jesús. Si estás árido, si sientes que tu corazón está seco, debes saber que las palabras del Señor son las que dan espíritu y vida.
Nuestra vocación es una vida nueva que tiene su fuente en el Padre y en su Hijo Jesús, esta es la vida que contrasta con la vida natural que tenemos, que se cerró por culpa del pecado.
Y nuestra alma creada para Dios quedó dividida, entre lo que es más alto que nosotros y lo que es más bajo que nosotros como decía San Irineo.
Y en este momento el Espíritu Santo viene a darte la fuerza interior para cambiar radicalmente.
No podemos traer a nuestras comunidades la mentalidad mundana, porque existe un espíritu del mundo que puede invadir a nuestras comunidades: un espíritu de envidia, de orgullo, de celos.
Que ridículo mi hermano, disputamos con aquellos que decidieron dar la vida por la misma causa que nosotros.
Cuando entramos a una nueva comunidad, nos despedimos del hombre viejo. Una tentación del enemigo es que cuando entramos a una comunidad no dejamos ir a los recuerdos de un pasado que ya no existe.
Comenzamos a lamentarnos por lo que ya no existe, y comenzamos a recordar y llorar las cebollas de Egipto.
¡No! Haz a un lado las cosas de lo bajo, crecer en Cristo es tomar una decisión, la persona es libre para decidir realizar lo que Dios quiere.
Jesús no era un masoquista, no era un loco, un demente, entregó su vida por una razón, nosotros de la misma forma nos mortificamos es para morir a nosotros mismos y dar la vida para que otros vivan.
Cuando gastamos nuestra vida es ahí que el Espíritu Santo libera todo su poder.
Una vez estaba triste, y la tristeza nos mata, dice la Palabra, y cuando estamos tristes, pensamos tonterías.
Así estaba yo cuando fui a una misión y camino a la misión, pensé: “¿será que vale la pena?”
Si, vale la pena, vale la pena, recomenzar, cansarse, gastar la vida, perdonar, mil veces perdonar y saber que lo hacemos por la salvación de las almas, cuando estás haciendo algo que nadie ve, debes saber que es por la salvación de las almas, no es por otra razón más que por Cristo.
Cuando Miguelangel vio una piedra, dijo que vio un ángel, y comenzó a esculpir y esculpir la piedra hasta que surgió este ángel que ya había visto con los ojos del alma.
Así que cuando esté doliendo, cuando salgan las chispas de la piedra, no te lamentes, no le preguntes al Señor por qué, sino que alábalo, porque Él está esculpiendo para traer a luz el ángel que está dentro de ti.
Una historia de sufrimientos, es siempre una bella historia, cuanto ha escrito de bello el Señor con el lápiz que es tu vida.
Es necesario que yo me mortifique para que Jesús crezca. Ganamos vida, perdiendo la nuestra.
Nadie puede decidir si quiere o no quiere nacer, pero sí puede decidir si quiere renacer.
¡Decídete y renace ahora por la fuerza de lo alto derramada sobre tí por el poder del Espíritu Santo!
Marcio Mendes
Comunidad Canción Nueva – Paraguay
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