Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Isaías 58, 1
“Grita incansable, bien fuerte, deja oír tu voz como trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, los pecados a la casa de Jacob”.
El Señor dio al profeta la orden de que gritara sin parar, es decir, que llamase la atención a aquel pueblo que demostraba estar interesado en buscarle de corazón pero que sin embargo seguía atado a sus intereses, explotando a los trabajadores, permitiendo riñas, contiendas, viviendo en la injusticia. Esa era la razón por la que no obtenían respuesta a las oraciones que hacían a Dios y los ayunos que ofrecían eran despreciados por el Señor. No agradaban el corazón del Señor Dios. El grito es un grito de conversión, es un grito profético para el cambio y la conversión de ese pueblo, un grito que es como el de una trompeta, con fuerza e insistencia para que llame la atención, para que se conviertan, para que cambien de vida. Pues de nada sirve buscar a Dios y ayunar y a la vez continuar en la injusticia. No podemos escatimar fuerzas para denunciar los crímenes, las desviaciones, las injusticias que se cometen en el mundo actual y hasta en medio de nosotros. Un cristiano incumplidor, consumista, egoísta, etc es un gran escándalo. Cuántos de nosotros carismáticos hemos sido “perros mudos”, como dicen algunos santos padres, en las cuestiones relativas al aborto, a los ataques a la familia tradicional y a la cultura de la muerte que está reinando en Brasil y en el mundo.
Me asustan los carismáticos que se quedan mudos delante de tanta injusticia, viviendo una espiritualidad desencarnada, que no se encarna en la realidad. Necesitamos ser profetas, queridos hermanos, “muéstrale a mi pueblo sus crímenes, los pecados de la casa de Jacob”. Dios está pidiendo profetas que se comprometan con la espiritualidad pero también con las cuestiones sociales y morales, que no tengan miedo de perder la imagen o la gloria de este mundo y de los poderosos por comprometerse con la justicia. Piensa un poco en tu comportamiento y mira si has honrado al Señor, si has abandonado las injusticias cometidas por ti mismo, si te has rendido en el compromiso de ser profeta en este mundo. Dios te ilumine y te dé valentía.
Mortificación: Renunciar a las tentaciones del consumismo y comenzar a aprender a vivir de lo necesario. Dar limosna a quien hoy te pida.
Oración y clamor: Mi Dios, oigo tu llamado para mi vida. Quieres que sea profeta de conversión y de justicia en este mundo que está caminando por caminos tortuosos y de pecado e injusticias. Si fuera necesario gritar, voy a gritar con voz de trompeta para llamar la atención y provocar la reflexión y la conversión de aquellos que me escuchen. Libérame, Señor Dios, de la mudez profética, pues existe un aspecto de la profecía que ha sido abandonado por tantos cristianos y este es la denuncia. Sé que no es agradable denunciar, pues requiere compromiso, pero ¡cómo desviarme de la orden que me das hoy por medio de Tu Palabra, de gritar como trompeta y denunciar los crímenes y pecados de Tu pueblo!. Espíritu Santo, quiero ser usado para despertar a los que están en un sueño pecaminoso dentro de la Iglesia de Cristo, que entiendan que si no abandonan los pecados, las injusticias y los crímenes, todas las oraciones hechas y los ayunos ofrecidos serán en vano. Quiero renunciar toda injusticia que muchas veces cometo en el trato con las personas que trabajan conmigo o con los que estoy en un grado superior de autoridad; renuncio a todo aquello que me lleva a una vida de consumismo, de desperdicio, de indiferencia con el sufrimiento ajeno. Quiero asumir el mandamiento del amor y comprometerme a no colaborar con las injusticias de este mundo.
Espíritu Santo de Dios, heme aquí, necesito de Tu gracia y unción profética, para defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia tradicional: padre, madre e hijos; el casamiento entre un hombre y una mujer. Quítame la ceguera y la comodidad en relación a estos temas. No puedo estar ajeno a ninguna de esas realidades. Dame la gracia de estar lleno del Espíritu Santo y comprometido con las realidades morales y sociales que caracterizan nuestro tiempo actual. Quiero ser Tu profeta, Señor. ¡Heme aquí! Amén.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).