Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Jeremías 15, 16
“Si encontraba tus palabras las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón, pues a Ti soy consagrado, Señor, Dios de los ejércitos”
El profeta Jeremías siempre pasó por momentos difíciles, debido a la dirección profética que Dios le indicaba, pues denunciaba en todo instante los pecados del pueblo y de los líderes. Eso suponía mucha amenaza para su vida así como rechazo, indiferencia y persecución. Cuando Dios le llamó le hizo una bonita promesa: “Harán guerra contra ti, pero no te vencerán, porque estoy contigo para defenderte” (Jr 1, 19). Él fue obediente a Dios pero experimentó los sufrimientos propios del camino profético que siguió en nombre del Señor Dios. Este fragmento del capítulo 15 nos trae un bonito testimonio de Jeremías, pues en medio de tanta persecución, amenazas y dificultades la Palabra de Dios le devolvía el gozo y la alegría.
Nosotros necesitamos abrirnos a esa experiencia, la experiencia de gozarnos en la Palabra de Dios que es fuente de liberación de la tristeza, del desánimo, de las dificultades y por tanto fuente de fortalecimiento. Si te has sentido débil en tu caminar espiritual o en tu vivencia del cristianismo es porque estás con anemia espiritual, sin esa gran y poderosa vitamina que es la Palabra de Dios. ¡Cuántos testimonios tengo de cómo la Palabra me fortaleció en momentos difíciles! Con Mons. Jonas Abib aprendí a amar la Palabra y a tenerla como alimento diario. Hay testimonios incontables de personas caídas en drogas y alcohol que se han liberado de ese vicio a través de la lectura de la Sagrada Escritura. Pregúntate: ¿existen pecados que incomodan tu vida y tus pensamientos? Comienza a leer con frecuencia la Palabra de Dios y verás la gran obra de sanación y liberación que ocurrirá. San Pablo en la carta a los Efesios cuando habla del combate espiritual del cristiano dice que la Palabra es la “espada del Espíritu”, que es un arma de ataque y con ella conseguiremos vencer al diablo que está rondando y que trata de tentarnos y desviarnos del camino del Señor y del cielo. En la carta a los Hebreos leemos: “pues la Palabra de Dios está viva, es eficaz y más penetrante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta dividir alma y espíritu, articulaciones y médulas. Juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hb 4, 12). Jeremías da testimonio de que el contacto con la Palabra hacía que él nunca se olvidase de que estaba consagrado al Señor. Esto nos hace ver algo precioso: la Palabra no nos deja olvidar que somos cristianos bautizados, llamados a vivir la radicalidad y a tener una vida profética. Que así sea en mi vida y en la tuya. Amén.
Mortificación: Retomar el estudio bíblico, no solamente hoy sino que a partir de hoy sea diario. No duermas sin leer la Biblia.
Oración y clamor: Señor, hoy vengo sinceramente a pedirte algo muy importante para mi caminar y para mi perseverancia en el camino de la vida eterna: ¡amor a Tu Palabra! Te pido Espíritu Santo que me redespiertes para esta gran necesidad, pues es cuestión de vida o muerte. No leer la Palabra todos los días es contribuir para que mi inmunidad espiritual baje y quede vulnerable a las contaminaciones de este mundo, a lo que es viejo, a los vicios que todos los días llaman a la puerta de mi corazón. La falta de la Palabra genera una especie de anemia espiritual que me pone en riesgo, por eso quiero ser hombre de Palabra, tenerla en la mente y en el corazón, ponerla en práctica. Ayúdame Espíritu Santo a ser fiel hasta el fin; que se vuelva una práctica diaria, que en los días en los que me encuentre sin inspiración, sin ganas, el Señor me despierte, inspire y genere en mí hambre y sed por la Santa Palabra.
Necesito tener la mente de Cristo, los pensamientos de Cristo, las acciones de Cristo, las reacciones de Cristo, no para aparentar, Espíritu Santo, sino para iluminar al mundo que yace en las tinieblas del pecado. Solamente modelado por la Palabra conseguiré vivir esa experiencia. La Palabra del Señor no permitirá que tenga amnesia espiritual, olvidando lo que realmente soy: hijo amado de Dios, consagrado por el bautismo, profeta del avivamiento. Quiero sentir alegría y gozo en el corazón por la Santa Palabra de Dios. Ven Espíritu Santo, ven sobre mí, sobre mi mente, sobre mi corazón, sobre mi voluntad, y redespiértame para la búsqueda incansable e incesante de la Palabra. Amén.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).