Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Romanos 5, 5
“Una esperanza que no decepciona, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios nos ha inundado el corazón con su amor”. San Pablo nos da una explicación espectacular de por qué no perder nunca la esperanza, pues afirma con toda seguridad que esta no decepciona; ¿y por qué no decepciona? Él mismo nos responde, mostrando que el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones. La certeza de que somos amados y de que existe un Dios fiel que cuida de nosotros, que nos ama con amor eterno, con amor de cruz, que se entregó enteramente por nosotros, por nuestros pecados y debilidades y que nos trajo la salvación. Saberse amado por Dios, estar abierto para que ese amor nos toque, nos reanime, nos transforme y nos llene de esperanza.
La esperanza nos hace ir al frente, no nos deja desistir ante los desafíos y problemas que enfrentamos, ella nos permite la gran gracia de mirar para el futuro y contemplar la victoria, la salvación, la bendición, el cielo. Alguien sin esperanza es alguien que acaba perdiendo el referente de futuro y no podemos permitir esto, necesitamos colocar nuestro futuro y todo lo demás en las manos de Dios. Pablo destaca la persona del Espíritu Santo como siendo la gran señal de ese amor que es derramado en nuestra vida y nos hace desbordar de este amor, que genera cada vez más la esperanza en nuestros corazones. San Agustín afirmó: “El Padre es el que ama, el Hijo es el amado y el Espíritu Santo es el amor”. Cada vez que pedimos y experimentamos el Espíritu Santo, experimentamos la fuerza de ese amor que nos lleva a amar, a Dios y a los hermanos. Si existen realidades de desamor en tu vida, pide insistenmente el Espíritu Santo, y Él transformará todas las cosas. Cree siempre, la esperanza no decepciona, y quien espera, gana mucho de Dios.
Mortificación: Renunciar a la desesperación y a la desesperanza. Durante todo este día, pide al Espíritu Santo que reavive la esperanza en tu vida y que te permita experimentar el amor de Dios en la fuerza del Espíritu.
Oración y clamor: Señor, todo en la vida me sucede para que sea una persona sin esperanza, sin perspectiva de futuro, pues las cosas negativas que veo y muchas veces vivo, me quieren robar la esperanza. Sin embargo, hoy reafirmo que mi confianza no está en las cosas de este mundo, no está en las noticias del telediario, mi tampoco en las realidades difíciles que vivo en mi familia, en mi salud o en mis relaciones; mi confianza está en el Señor, en Tu amor, en la fuerza de Tu Espíritu Santo, en la expectativa y esperanza, en mi futuro, que es el cielo. Colocando mi confianza en Ti, experimento un reavivamiento de la esperanza y la esperanza en Ti no me decepcionará, pues sé que tienes lo mejor para mí. Pido por un avivamiento de esta virtud teologal, que recibí el día de mi bautismo y que por tanto está en mí. Quiero experimentar la fuerza de este amor, quiero llenarme del Espíritu Santo, y profundizar en el amor.
Con todo, no quiero que ese amor se quede solamente en una realidad personal, quiero desbordarlo para que llegue mis hermanos, quiero ser canal de Tu amor en la vida de todo aquel que el Señor coloque en mi vida. Quiero ser una señal de esperanza en el mundo, en la Iglesia, en mi casa y donde el Señor me lleve. Para que esto suceda, tengo necesidad de tu Espíritu Santo, por eso en este momento quiero clamar: ven Espíritu Santo, ven Espíritu Santo, ven Espíritu Santo. Que yo sea señal de este amor, que sea señal de esta esperanza, que esté marcado por esta gran gracia. Señor Dios, creo y profeso mi fe, aún sin ver, sin muchas veces obtener respuesta, pero en la certeza de Tu santa Palabra: “la esperanza no decepciona”. Quiero caminar en la visión, quiero experimentar el amor, quiero ser señal de Tu presencia y de Tu misericordia. Que conmigo esté tu Espíritu Santo allá donde vayan mis pies. Amén.
Aleluya. ¡Gracias Señor! ¡Amén!
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).