Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Habacuc 2, 1
“Me pondré de pie en mi puesto de guardia y me colocaré en lo alto de la muralla; vigilaré para ver qué me dice el Señor, para ver qué responde a mi reproche”
Este versículo muestra la actitud del profeta de colocarse en estado de vigilancia para escuchar la respuesta de Dios, porque tiene la certeza de que el Señor le respondería, pues estaba intercediendo para la liberación de su pueblo de las garras del enemigo, del opresor. Necesitamos aplicar en nuestra vida esta realidad del profeta. Debemos estar con los oídos atentos a las indicaciones de Dios, pero para que eso suceda tenemos que comprometernos en la intercesión por la humanidad, sufriendo los dolores del corazón de Jesús por los que están perdidos, y por ello, ser movidos a permanecer siempre en estado de vigilancia y en oración.
Una cosa es importante: tener objetividad en la oración, en la intercesión. Habacuc se quejó a Dios pidiendo la liberación de sus hermanos. Somos hermanos de todos los hijos e hijas de Dios y debemos interceder por ellos y colocarnos a la escucha de Dios para poder ser dirigidos por él. Esto se consigue mediante la intimidad y la apertura del corazón, pero también es necesario que tengamos sensibilidad y compasión en relación con los que sufren, con los oprimidos, con los que mueren espiritualmente por el pecado, con los drogados, con los prostituidos, con los corruptos, con los que se encuentran esclavos del mal o seducidos por todo aquello que ofrece el mundo. Pongámonos de pie y estemos en la torre vigía de la oración, de la intercesión, para escuchar la voz de Dios y su dirección.
Mientras que no obtengamos respuesta no dejemos de abandonar la presencia de Dios; mientras no contemplemos la acción del Señor no dejemos de interceder. Estudia el combate espiritual de tu ciudad, de tu región, mira lo que sucede en tu nación. En muchas regiones, detectamos que reina un espíritu de homicidio, en otras el crecimiento de un espíritu de esclavitud a las drogas y a otros vicios, en otras vemos la actuación de los espíritus de la corrupción, suicidio, etc. Pide al Espíritu Santo que te conceda la gracia de ver lo que está sucediendo ante tus ojos y que muchas veces no consigues ver por falta de visión espiritual y empieza a orar pidiendo por la liberación para esas situaciones de esclavitud. Permanece de pie en la torre de vigilancia, sé un profeta en tu región, en tu ciudad, en tu nación.
Mortificación: Dar objetividad a la oración y a la intercesión, siendo concretos en el clamor. El camino es el de la insistencia.
Oración y clamor: Señor Dios, a ejemplo del profeta Habacuc, quiero ser una persona comprometida con la oración, con la intercesión y, principalmente, sensible a la necesidad del pueblo, de aquellos que están al margen, de aquellos que están siendo destruidos por el mal. Haz de mí una persona comprometida con la oración, comprometida en mi puesto de vigilancia y no me permitas abandonar mi puesto sin salir con respuesta. Que aquello que presenté ante Ti en la oración lo vea realizado. Hazme un intercesor, pero no un intercesor común, sino un intercesor profeta. Que tenga el coraje de quejarme ante Ti por los perdidos, por mi nación, clamando por un avivamiento, y que permita que el Espíritu dirija mi vida y también aquello que intercedo.
Dame la gracia de descubrir, por la fuerza de Tu Espíritu Santo, las áreas de actuación de Tu enemigo en mi ciudad, en mi región, en mi nación, para que yo pueda ser concreto en la intercesión. Muéstramelo, Señor, y llévame a esta experiencia concreta de dirección en la intercesión y de Tu revelación. Úsame como instrumento del Señor, despiértame, acepto esta convocatoria que me haces, para la intercesión profética. Quiero estar ante Tu presencia todos los días, envía sobre mí Tu Espíritu, y haz que esté completamente comprometido y dedicado a la oración, y que sea sensible a Tu voz.
Ya no quiero vivir una vida sin sentido, o estar orando sin dirección y objetividad. Heme aquí, mi Señor y mi Dios. Ven Espíritu Santo, haz de mí un profeta de la intercesión. Abre mi visión para que vea y entienda lo que tienes para mí y las direcciones que me das, pues quiero estar de pie en la torre de vigilancia. Aumenta mi amor por Tu pueblo para que me comprometa cada vez más en esta obra de rescate, que es la intercesión. Te dejo Espíritu Santo que me incomodes, que me quites de la zona de confort, si quieres despertarme de madrugada, heme aquí. Revélate a mí, por sueños, por visión, por mociones proféticas, para que camine seguro en tu dirección y esté delante de Tu presencia con un compromiso de intercesión. Usa este simple y humilde siervo que soy yo. Amén. Aleluya. Gloria a Dios.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).