Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Salmo 73, 25
“¿Quién hay a mi favor en el cielo sino tú? Fuera de ti, no deseo nada en la tierra”
El salmista expresa con esta oración cómo su corazón se encuentra rendido a Dios y principalmente expresa la confianza en el poder y en la acción del Señor. Demuestra que nuestro único bien necesario es el Dios Todopoderoso. Vale la pena averiguar qué espacio y qué grado de importancia ocupa el Señor en nuestra vida. Hoy es un día importante, importante porque necesitamos asumir esta verdad: Dios está de nuestro lado, está a favor nuestro en el cielo, no es indiferente, sino que está atento a todo lo que vivimos, escucha nuestra oración, nuestro lamento, nuestro clamor. Al ser conscientes de esto, Le damos espacio para hacer una gran obra en nuestra vida, y por ello Él se vuelve imprescindible en nuestro día a día.
La gran invitación es de adorar solamente a Dios y tener plena consciencia de que existe un único y verdadero Señor y que sólo a Él prestaremos culto: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es accesible y acoge nuestra adoración. Dios quiere hacer de cada uno de nosotros hombres y mujeres adoradores. Quien no adora no va a aguantar este tiempo de prueba que vivimos, donde todo es muy fácil y accesible, donde el pecado es natural y Dios es ridiculizado. Tal vez tú y yo tenemos tiempo para hacer muchas cosas durante el día pero no ofrecemos ningún espacio para adorar al Señor Dios.
Permitamos que ese deseo por Dios crezca en nuestro corazón y que el Espíritu Santo nos lleve a desearle por encima de todo y de todos. Este es el camino que debemos andar, vivir, buscar, persistir. Adorar todos los días, colocar a Dios en primer lugar y hacer experiencia de no desear a nadie más sobre la Tierra más que a Él. Esto nos hará caminar en una libertad tremenda, en una felicidad plena, en una experiencia extraordinaria de la gracia del Señor. Somos invitamos por Dios a abrirnos a esa gracia y acoger de ella todos los frutos y bendiciones. Que Dios sea el Todo en nuestra vida, que a Él dirijamos todos nuestros afectos y nuestro amor.
Mortificación: Dar un tiempo de tu día para adorar a Jesús, rindiéndote totalmente a Él.
Oración y clamor: Mi Señor y mi Dios, quiero creer cada día más que tengo al Señor de mi lado y que quieres sostenerme en todos los momentos y que no quieres que nunca me pierda. Tengo Tu favor y Tu presencia conmigo y sé que te levantas en mi favor, en mi defensa. Quiero enamorarme de Ti otra vez, y no quiero que ningún otro ocupe Tu lugar en mi vida. Confieso que en muchos momentos dejé de desearte y adoré falsos dioses e incluso a mí mismo. La tentación de la idolatría es constante y hoy quiero declarar que sólo te tengo a Ti, no hay otro.
Quiero adorarte con toda la intensidad de mi corazón, y si aún existe espacio en mi corazón ocupado por falsos dioses, hoy quiero renunciar para que sea ocupado solamente por el Ti. Pido Santo Espíritu de Dios que coloques en mi corazón el deseo de adorarte, de buscarte más y más. Quiero postrarme todos los días, rendirme a Ti y adorarte; quiero vivir para Ti, no permitas que me pierda en los quehaceres y me aleje de Ti. Sé que la adoración es lo que me hará resistir en los días malos y me ayudará a permanecer fiel hasta el fin. Pues tu Palabra declara que aquel que persevere hasta el fin se salvará. Despiértame Señor para la adoración, para colocarte por delante de todo y de todos, y que mi mayor decisión y opción sea por Ti.
Yo sé que hasta el deseo de adorarte viene de Ti; cámbiame, quiero volver al primer fervor, a aquel tiempo en que sólo tenía ojos para Ti. Sólo el Señor es Dios y solamente el Señor puede hacerme experimentar esta disposición otra vez. Te alabo, te adoro, te glorifico, te exalto, mi Señor y mi Todo, mi Esperanza, mi Refugio, mi Torre Fuerte. Quiero decirte que mi corazón se rinde en adoración. No tengo otro bien fuera de Ti, no deseo nada ni a nadie sobre la Tierra más que a Ti. Adorado seas mi Señor y mi Dios. Recibe mi alabanza, recibe mi adoración, recibe mi rendición. Seas adorado y glorificado hoy y siempre. Amén. Aleluya.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).