Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Jn 8, 31-32
“Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús: Si os mantenéis fieles a mi mensaje seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
La primera invitación que Jesús hace en estos versículos que estamos meditando es la de permanecer en Su palabra, en Sus sentimientos y en las directrices que Él da a Sus discípulos. El discipulado de Jesús está hecho de sumisión y humildad, virtudes que en Sus discípulos modelan la capacidad para que hagan la diferencia ahí donde estén. La palabra de Jesús debe influenciar nuestras acciones y reacciones, nuestras decisiones, el modo de mirar el mundo y la vida, la manera de tratar a los hermanos, nuestra manera de vivir así como también nuestra relación con Dios, la forma con la que lidiamos con nuestros afectos y nuestra sexualidad y la manera con la que lidiamos con los sufrimientos, las pruebas y enfermedades, colocando en todo la huella del amor. No podemos desviar o manipular la palabra de Jesús a nuestra gana, sino que debemos ser fieles, obedecer hasta el final.
Es el Evangelio, es la palabra de Jesús que nos revelará verdaderamente quien es Él y quienes somos nosotros. En un mundo secularizado y que tiene dificultad de vivir la verdad, de creer que exista una simplemente porque vive la “dictadura del relativismo”, la fidelidad de los discípulos de Jesús es imprescindible para testimoniar que Él nos hace profundamente felices. Debemos ser el pueblo de la verdad, y no permitir en nuestra vida cualquier espacio para la mentira o para el relativismo. No podemos tener vergüenza de testimoniar que existe una Verdad absoluta y que esta verdad tiene un nombre, Jesús. La Verdad debe influenciar todos los ámbitos de nuestra vida, de nuestro comportamiento, de nuestras relaciones y de nuestra presencia en la sociedad.
Muchos tienen dificultad de acoger esta Verdad en este tiempo en el que vivimos, sin embargo, por nuestro testimonio como discípulos de Jesús, podremos llevarlos a la Verdad y a partir de la experiencia, estas mismas personas se abrirán a lo que Dios tiene para sus vidas. Pero si tú y yo fuéramos relativistas en nuestro comportamiento, en relación a la doctrina moral y a su vivencia en la Iglesia, no conseguiremos convencer a nadie, pues estaremos en la misma barca agujereada en la que navegan muchos en este mundo. Es cuestión de experiencia, de cambio de vida, de decisión. Y no tengamos dudas de que la falsa libertad que este mundo predica, en verdad es esclavitud.
Mira a las personas que viven este liberalismo en la sexualidad, en la “familia”, en la sociedad, en los placeres ofrecidos por esta cultura de lo descartable y analiza si percibes una alegría verdadera y duradera en sus vidas. ¿Es una libertad verdadera o esta libertad que predican es pura esclavitud? Nunca dudes de que sólo existe un medio de ser verdaderamente libres: siendo discípulos de Jesús y permaneciendo en Su palabra. La verdad es capaz de hacernos libres. Toma una seria y firme decisión de permanecer en la palabra de Jesús y de experimentar esta Verdad liberadora, que nos hace mejores y verdaderamente humanos.
Mortificación: Renunciar a la mentira que muchas veces durante el día llama a la puerta de nuestro corazón y hacer la opción por la verdad y, si fuera necesario, pagar el precio por defender la verdad.
Oración y clamor: Señor, creo que Tú eres la verdad, creo en Tu Palabra y quiero vivirla con intensidad, con disposición. Muchas veces, mi Dios, soy tentado a mentir, a engañar a las personas y en muchas veces para justificar algún error que cometí. Pero quiero a partir de Tu Palabra comprometerme con la verdad. Otra tentación constante, Jesús, es que vivo una doble vida, siendo una cosa en la Iglesia y otra en la sociedad, teniendo dos caras. Quiero ser auténtico y comprometido con la verdad. Que las personas cuando me vean y observen mis actitudes, se den cuenta de que soy amigo de la verdad, no quiero vivir una doble vida, quiero vivir una vida auténtica, cristiana.
Deseo desde el fondo de mi corazón, hacer la experiencia de ser Tu discípulo, Señor, asumiendo quien eres Tú, tomando pose de Tu Verdad y de Tu doctrina, viviendo con intensidad las renuncias diarias y obedeciendo en todo a Tu Santa Palabra. Haz en mi vida una obra nueva por medio de Tu Espíritu. Quiero fundamentar mi vida en la Palabra y en la doctrina de la Iglesia, y libremente quiero renunciar a toda tendencia que me presiona a ser relativista, no asumiendo la verdad por entero, o siendo condescendiente con ciertas realidades para agradar a las personas.
Creo que Tú eres la verdad, creo en la doctrina de la Iglesia y quiero ser fiel hasta el fin. Necesito experimentar la libertad que la verdad trae, dejando las cosas viejas en el pasado y asumiendo lo nuevo que el Señor tiene para mí. Quiero ser libre, quiero apoyarme y vivir en la verdad, necesito solamente de Tu Espíritu Santo para ampararme y guiarme en este buen propósito, en este camino que tienes para mí de felicidad y de vida plena. Quiero permanecer en Tu Palabra, quiero vivir Tu discipulado Señor, quiero ser aquello que Tú quieres que sea. Heme aquí, Señor. Amén. Aleluya.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).