Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto esperado.
Palabra: Génesis 19, 17
“¡Corre, ponte a salvo! No mires atrás ni te detengas para nada en el valle. Huye hacia las montañas, si no quieres morir”.
Dios le dijo esta palabra a Lot antes de destruir Sodoma y Gomorra, pues el clamor del pecado de esas ciudades había llegado hasta el corazón del Señor. Dios se acordó de Abrahán y perdonó la vida de Lot. Pero esa orden dada por el Señor a Lot y a sus parientes tiene un significado también para nosotros, pues no podemos quedarnos mirando hacia atrás, presos del pasado, con nostalgia de las cebollas de Egipto o del tiempo que estuvimos en la esclavitud. Es muy importante dejar atrás aquello que es viejo y abrirnos a la novedad del Espíritu. Cuantas personas en su caminar espiritual no experimentan lo nuevo de Dios por quedarse todo el tiempo en la nostalgia, mirando hacia atrás, hacia el pasado. El Espíritu Santo renueva todas las cosas y quiere hacer cosas nuevas en nuestra vida; sin embargo, cuando nos quedamos parados mirando hacia atrás, nada nuevo puede acontecer. Cuántos viven una experiencia caduca por no aceptar lo nuevo, cuántos grupos a falta de personas que no creen en lo nuevo y que están apegadas a la coordinación no dejan oportunidad para que lo nuevo de Dios se establezca, no miran hacia el frente.
El Espíritu Santo es movimiento, es dinamismo, es actuar, Él no está estático, parado; agua parada se pudre. El hombre y la mujer llenos del Espíritu Santo miran hacia delante, con esperanza, ardor; no se quedan mirando hacia atrás en una nostalgia infecunda. Lo que pasó es pasado queridos, pasó, no vuelve. Liberémonos del pasado y abramos el corazón a lo nuevo de Dios.La mujer de Lot desobedeció y miró hacia atrás y se transformó en una estatua de sal. Cuántas estatuas dentro de nuestra Iglesia, en nuestro movimiento, no sirven para nada, sólo estorban, o cuando no estorban, se colocan de adorno. Necesitamos abrirnos a lo nuevo de Dios, mirar hacia el frente con esperanza, dejar al Espíritu Santo renovar todas las cosas.
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Mortificación: Escuchar y acoger las inspiraciones y revelaciones de Dios a los nuevos miembros de tu grupo, de tu movimiento. Creer en la jovialidad del Espíritu Santo.
Oración y clamor: Señor quiero acoger en mi vida la orden que le diste a Lot, pues es cuestión de salvación. ¡Cuánto he perdido en mi vida espiritual y en mi grupo o movimiento por estar cerrado a lo nuevo y estar preso a las cosas viejas! Si Tu Espíritu hace cosas nuevas, renueva todas las cosas, ¿quién soy yo para querer quedarme parado en aquello que es viejo, del pasado? Ayúdame a mirar hacia delante, a recuperar el tiempo perdido, a tener esperanza de nuevo, a permitir que lo nuevo también acontezca en mi vida. No quiero ser en ningún momento un obstáculo para la novedad que el Señor tiene; ¿quién soy yo para luchar contra tu Espíritu Santo? Sé que el avivamiento es una de las novedades que Tu Espíritu Santo tiene para mí, para mi grupo, para mi movimiento, para mi nación.
Libérame de las cosas viejas y hazme experimentar las cosas nuevas. Señor, tú sabes que eso no significa renunciar a la sabiduría y a la contribución de los antiguos, pero es un anhelo que tengo hacia lo nuevo que tienes para mí y para Tu pueblo. Si en algún momento miré hacia atrás, deseé volver a las cebollas de Egipto, o sea, a mi vida vieja y de esclavitud, y si llegué no sólo a mirar atrás sino que acabé volviendo a cosas viejas del pasado, hoy renuncio a ellas y te pido perdón. Yo sé, mi Señor y mi Dios, que esto es cuestión de salvación; no quiero ser una estatua de sal parada, sin reacción, sin esperanza y muchas veces estorbando. Quiero seguir el soplo de Tu Espíritu Santo. Heme aquí, voy a continuar hacia adelante, alabándote por las cosas buenas que sucedieron en el pasado pero totalmente abierto a las cosas nuevas que tienes para mí. Amén.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).