Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Números 23, 24
“Es un pueblo que se levanta como una leona, y como león se pone en pie; no descansará hasta devorar la presa y beber la sangre de sus víctimas”
Los israelitas habían acampado en las planicies de Moab, cerca de Jericó, y eran un grupo numeroso. El rey de Moab, Balac, mandó que fueran a llamar al que era conocido como adivino, llamado Balaán, para maldecir al pueblo de Dios. Pero el Señor se había revelado a Balaán y le había dicho que tenía que bendecirlos, no maldecirlos; pues ellos eran un pueblo bendecido y confirmado por el Señor. Este versículo que estamos meditando forma parte del segundo oráculo de bendición de Balaán. Por más que Balac quisiera maldecirlos, eso era imposible, pues caminaban en bendición, adoraban al Dios verdadero, no tenían otros ídolos ni había adivinos en medio de ellos; era un pueblo que hacía la voluntad de Dios y por ello llevaban su bendición y protección. La imagen de la leona y del león en el poema de bendición recitado por Balaán demuestra la fuerza de Dios sobre ellos así como el dominio y el poder del cual eran portadores.
Todo eso, repito, por estar en el camino de Dios, por no haberse desviado. Y nosotros, ¿hacemos la voluntad de Dios? ¿Hemos cumplido todo lo que el Señornos ha pedido? Si estamos obedeciendo a Dios, tenemos la garantía de Su bendición y de Su protección. Creo que el Señor nos ha dado la oportunidad de revisar nuestra vida, de evaluar si hemos hecho Su voluntad y seguido sus mandamientos, si hemos seguido las directrices del Espíritu Santo. Tal vez necesitamos retomar los proyectos que dejamos atrás, los propósitos, las revelaciones y las profecías. Si estamos viviendo aquello que realmente es la voluntad del Señor, tenemos la garantía de su bendición. Los enemigos se levantarán y nos querrán maldecir y hacernos frente pero la protección de Dios estará sobre nosotros. Que el Espíritu Santo nos auxilie en este tiempo.
Mortificación: Retomar la dirección de aquello que Dios nos reveló como Su voluntad. Si es posible, recuerda las profecías, retoma los propósitos y camina en la voluntad del Señor.
Oración y clamor: Señor Dios, en este día, quiero alabarte por Tu bendición y protección. Quiero experimentar cada vez más cómo Tu presencia me conduce. Sé que la bendición y protección se encuentran en la vivencia de Tus propósitos, en la fidelidad de los mandamientos. Dame la oportunidad y la gracia de volver al camino correcto si me he desviado, concédeme el discernimiento necesario para seguir Tu Santa voluntad. Pido humildemente que tu bendición y tu protección me acompañen. Sé que muchos se me opondrán cuando intente hacer tu voluntad, tengo plena convicción de que el enemigo se enfurece cuando sigo el camino correcto; sin embargo tengo la convicción de que estás a mi lado. Quiero hacer parte de ese pueblo marcado para vencer, como aquel que Balac temía.
Quiero ser reconocido por Tu fortaleza en mí y quiero levantarme fuerte, como león y leona. Pero que esa fortaleza sea tu fuerza en mí, en mi vida, en mi historia. Sin Ti y sin la gracia de Tu Espíritu me siento débil, limitado, pero con tu fuerza en mí soy más que vencedor. Que todos los intentos del enemigo contra mi sean neutralizados por Tu poder y por Tu fuerza. Quiero unirme a todos aquellos que has despertado en este tiempo y que desean hacer Tu voluntad y siguen la inspiración de orar por el avivamiento. Llévame a todos aquellos que ansían el cumplimiento de esta profecía del avivamiento, para que seamos un pueblo fuerte, como aquel pueblo temible y fuerte que traía en si la marca y la presencia del Dios vencedor. Amén.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).