Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Isaías 56, 7
“Los traeré a mi monte santo, tomarán parte en las fiestas celebradas en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán bien recibidos en mi altar, pues mi Templo es casa de oración, así lo llamarán todos los pueblos”.
Dios revela Su gloria presente en el Monte Sion y quiere que realmente el Templo sea casa de oración, lugar de acogida de las oraciones, de los holocaustos y de las ofrendas dedicadas al Señor. El Señor quería redespertar en el corazón de este pueblo el amor por el Templo y por la oración; pero más que eso, quería más bien despertar una devoción y adoración profunda a Él. El monte Sion continúa ahí, del Templo sólo quedó un muro, sin embargo la gloria de Dios se manifiesta en todos los lugares donde nos reunimos para rezar. Aun así, se manifiesta principalmente e indispensablemente en la Iglesia, cuando reunidos adoramos a Jesús Sacramentado, cuando vivimos con intensidad la Santa Misa y no olvidamos que Jesús es el “Nuevo Templo”. Creamos hermanos que Jesús acoge todas las oraciones y sacrificios que Le ofrecemos. Nunca te olvides de que “donde dos o más estén reunidos en mi nombre, ahí estaré Yo”, dijo Jesús.
Ten el coraje de hacer de tu casa una casa de oración, lleva a Jesús a dentro de tu casa, vive con intensidad la experiencia de oración en tu grupo, en tu movimiento y no dudes si sirve estar en una comunidad eclesial, en la Iglesia, en tu parroquia. La promesa del Señor es que nos hará felices en medio de ese desafío que es la casa de oración. La Iglesia que es Una Santa Católica y Apostólica es casa de oración para todos los pueblos, su universalidad hace que esa promesa de Isaías, que a su vez es profecía, se cumpla. Como Benedicto XVI afirmó en una de sus alocuciones: “La Iglesia no hace proselitismo, Dios trabaja en ella por atracción”. Es el propio Dios que nos atrae a su casa, lugar de oración, por medio de los sacramentos, especialmente por la Eucaristía, por la Palabra y por toda la experiencia espiritual que la Iglesia acumula. La gloria de Dios está revelada y explícita en la Casa de Dios. Sube al Monte Santo, pues Dios te está esperando.
Mortificación: Participar de la Santa Misa. Si no pudieras por algún motivo mayor, pasa por una capilla del Santísimo y haz un momento de oración.
Oración y clamor: Espíritu Santo, quiero subir al Monte Santo, entrar en esa casa de oración que preparaste para mí y para todas las naciones, experimentar Tu gloria y Tu poder. No quiero pasar ni un día más lejos de Tu presencia, sin hacer de este templo que soy yo, una casa de oración, lugar de la manifestación de Tu gloria. Quiero reflejar Tu brillo y Tu luz al mundo, a mi familia, a todos aquellos que entren en contacto conmigo. Creo que Tu Iglesia es el cumplimiento de esta profecía de Isaías; casa de oración para todos los pueblos y naciones, lugar seguro donde podemos encontrarte y experimentarte. Reconozco que te encuentro en la Eucaristía, en la adoración, en la escucha de la Palabra, en la meditación, en el movimiento o pastoral que participo y sirvo. Señor, no permitas que me aleje de Ti. Quiero experimentar una porción de Tu gloria, de Tu poder, de Tu presencia, de Tu Espíritu Santo y experimentar la felicidad que tienes para mí, para mi vida y para mi ministerio. Amén.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).