Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: Romanos 12, 2
“No os amoldéis a los criterios de este mundo; al contrario, dejaos transformar y renovar vuestro interior de tal manera que sepáis apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto”.
El apóstol Pablo está escribiendo a los cristianos de la Iglesia de Roma. En este capítulo 12 les habla sobre la vida cristiana y sus exigencias. Necesitamos contextualizar esta palabra y entender que el cristianismo era naciente en ese momento y enfrentaba las dificultades propias de aquello que es nuevo y que está en sus inicios. Lo nuevo se encontraba con lo viejo: las manías, vicios y desvíos del Imperio Romano, el paganismo, la promiscuidad e idolatría en las que ese pueblo vivía inmerso, etc. La propuesta era de una vivencia radical del Evangelio y de un alejamiento total de esas prácticas paganas que los romanos vivían. Queridos, esto es totalmente aplicable en los tiempos actuales, pues vivimos la sensualidad y la promiscuidad de los tiempos áureos del Imperio Romano, tal vez incluso con una intensidad mayor, por la velocidad mediática y la propagación de la perversión. Vivimos en un tiempo en que el neopaganismo asombra a las realidades religiosas, un tiempo donde crece la indiferencia religiosa y se percibe un ateísmo práctico en la sociedad. A pesar de que aun vemos aquí en Brasil un número creciente de conversiones y una vivencia religiosa más intensa, es una realidad que cada día más el cristianismo está siendo marginado y rechazado, que está creciendo en la sociedad una indiferencia religiosa y una hostilidad hacia los cristianos. Por tanto la llamada de Pablo es muy actual para mí y para ti. No podemos conformarnos con el modo de vivir y de pensar de este mundo, tenemos que ser inconformistas, y siendo así, no vivir lo que este mundo vive, aquello que está en desacuerdo con la Palabra de Dios y los mandamientos.
Mira, es una orden: “No os conforméis con este mundo sino transformaros, renovando vuestra manera de pensar y de juzgar…” Cuantos de nosotros vamos a fiestas que no agradan a Dios, compramos alcohol (que es una droga legalizada) y llenamos la nevera pensando que no pasa nada; cuantos de nosotros nos alimentamos del contenido nocivo de las novelas y series, que contradicen directamente el pensamiento y la moral cristiana; cuantos de nosotros hemos escuchado músicas del mundo con doble sentido, con apología al sexo, a la violencia, a la sensualidad, etc; cuantos de nosotros vemos la TV y accedemos a contenidos en internet sin ningún criterio cristiano; cuantos de nosotros vemos lo que la gente llama programa de humor pero que en verdad denigra nuestra fe y las buenas costumbres; cuantos de nosotros leemos libros espiritistas o libros con contenidos eróticos. Es hora de evaluar querido hermano, si soy de Cristo o si soy falso, si soy una vergüenza para la Iglesia. Sigamos el consejo de Pablo: “pero transformaros, renovando vuestra manera de pensar y juzgar, para que podáis distinguir lo que es la voluntad de Dios, distinguir lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto”. No tengas miedo ni recelo de desterrar de tu vida lo que no construye y lo que no te edifica, incluso aunque sean amistades que te llevan a vivir lejos de Cristo y de la Iglesia. Sé firme, ten la voluntad de ser santo.
Mortificación: Evaluar tus cds, dvds, archivos del ordenador, la nevera, la sala de estar, controlar tus pensamientos, aquello que está bien escondido en tu vida pero que sabes que no agrada a Dios. Tal vez son cartas del pasado o fotos que te hacen exponerte al pecado, por ello revisa tu estantería de libros, y sin piedad, tira lo que no te construye en la fe, lo que no te lleva a vivir una vida cristiana auténtica. Deshaz lo que es tuyo, nunca deshagas lo que es de otros; la experiencia de fe es tuya, no cobres a las personas que no hicieron la misma experiencia que tú. Apenas da testimonio, pues tu testimonio será el que les convenza.
Oración y clamor: Mi Dios, gracias por la visión y por el ministerio de San Pablo Apóstol, por su clareza y sobriedad. Sé que vivir la radicalidad en el mundo actual es un escándalo, pero estoy dispuesto a vivirla y, si fuera preciso, estoy dispuesto a pasar por humillaciones, risas, provocaciones que las personas me harán por mi decisión de vivir la radicalidad del Evangelio, pues tengo un único objetivo en mi vida, que es agradarte. Incluso aunque desagrade a los hombres, a mis amigos y parientes, quiero ser fiel a Ti, mi Único Dios y Salvador. Devuélveme la visión espiritual, renueva mi manera de pensar y juzgar todas las cosas, para que movido por Tu Santo Espíritu, consiga distinguir el mal del bien, la mentira de la verdad, para que entienda lo que es la voluntad de Dios.
Muchas veces soy movido por mis pasiones y deseos, y ellos no me hacen ver aquello que verdaderamente es bueno y constructivo para mi vida sino que mis deseos y pasiones son engañosos y hacen que me aleje de Ti. Quiero vivir solamente aquello que Te agrada Señor, solamente aquello que es bueno. Dame el coraje necesario para dar los pasos que necesito dar, para volver al primer amor, y tener el coraje de dejar por amor y no simplemente por miedo, coacción. La santidad es una respuesta de amor, es la devolución de amor que experimenté, es una gran declaración de amor que te hago Señor. No quiero el pecado, no quiero las pasiones que engañan, no quiero los pensamientos de ese mundo, las cosas de este mundo malo, porque Te amo Señor, por ese amor, dejo todas las cosas de mi vida que no te agradan para agradarte sólo a Ti, Señor. Heme aquí, mi Amado, heme aquí, Espíritu Santo, renueva todas las cosas en mí, especialmente la manera de pensar y juzgar, quiero agradar al Señor, quiero caminar en santidad. Amén. Aleluya.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).