Devocional: Profecía del Avivamiento 17º dia

cancaonovaComenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.

Palabra: Ezequiel 22, 30

“He buscado entre ellos uno solo que construyese un muro y que, en defensa del país, se mantuviese firme en la brecha frente a mí para evitar que yo no lo destruyera, pero no he encontrado a nadie”. Dios busca intercesores, busca un pueblo comprometido, rendido en ese grandiso ministerio que es el de clamar insistentemente por tantas intenciones, por tantas personas, por naciones enteras, por estados y por ciudades. Necesitamos volver a creer en el poder de la intercesión, y principalmente, interceder con una fe expectante. Aquella fe que me hace llevar el paraguas cuando voy a la Iglesia, orar para que llueva y ver como no hay más sequía. Necesitamos orar con mucha fe expectativa por los enfermos, por los oprimidos, por el Papa, por los obispos, pos los sacerdotes, por los consagrados y consagradas, por los coordinadores de pastoral, por los movimientos, por el liderazgo en la Iglesia, por los políticos. Dios dice por boca del profeta Ezequiel: “Busqué entre ellos alguien que construyese un muro y se mantuviese firme en la brecha ante Mi en favor del país, para que yo no lo destruya, pero no lo encontré”.

Hoy es el día en el que gritamos al Señor: heme aquí Señor, estoy construyendo un muro y me voy a mantener firme ante Ti, en la intercesión. No tengas miedo de osar en la intercesión, que esta intercesión sea profética; no tengas miedo de lanzar palabras de bendición, de bendecir tu país, pues muchas veces más bien lo que sale de nuestras bocas es maldición. Cuántos de nosotros no hemos dicho algún día: ¡nuestro país no tiene remedio! Eso es lo que el diablo quiere, que desistamos de nuestra nación, de nuestro pueblo, de nuestra gente, pues quiere que nuestra nación sucumba en el mal, en la corrupción, en la prostitución; quiere que Brasil sea conocido en el mundo entero por la violencia, por la corrupción o por la sensualidad en el carnaval o incluso por ser el país del futbol. Pero Dios quiere que Brasil sea conocido por el avivamiento que quiere hacer acontecer en esta nación, que nuestra nación sea conocida y reconocida por el pueblo santo que en ella habita, por las reuniones de personas en estadios no para ver a once hombres corriendo detrás de una pelota sino estadios llenos para alabar y bendecir a Dios, para adorar a Jesús, para cantar alabanzas al Rey de reyes, al Señor de señores, al Príncipe de la Paz.

El Señor sueña con las calles y plazas repletas, no llenas de gente protestando por la violencia sino llenas de adoradores, de un pueblo intercesor que experimentará el cumplimiento de una promesa, de una profecía. Un país rendido al Señor, es un país con una economía estable, sin violencia, un país sano, próspero. No podemos perder el tiempo, Dios nos llama, levanta profetas, levanta intercesores, despierta a los dormidos y quiere, a través del clamor de un pueblo que se mantiene en la brecha, iniciar un nuevo tiempo en nuestra nación: un tiempo de avivamiento, un tiempo de bendiciones, un tiempo de victoria. Hay algunos que no creen y dudan, tu ríndete al Señor y mantente firme en la brecha.

Mortificación: Vamos a levantarnos a las tres de la mañana para interceder y profetizar sobre el mundo y sobre el avivamiento. ¡Dios te espera!

Oración y clamor: Señor, si estabas buscando alguien que construya un muro y se coloque en la brecha, acabas de encontrar a alguien: heme aquí. Quiero asumir ese gran llamado y esa gran misión que el Señor me confía, la de ser intercesor, de clamar para que la profecía del avivamiento acontezca en la nación brasileña, de creer, de tener una fe expectante, de lanzar palabras proféticas sobre nuestra nación, para que todas las palabras de maldición sean quebradas. El Señor usó al osado profeta Elías para hacer parar de llover, como también lo utilizó para que la lluvia caiga sobre Israel. Úsame también a mí, Señor. Tal vez estamos en la situación del profeta Elías, vemos una nube del tamaño de la mano de un hombre, pero para un hombre de fe expectante, esta pequeña nube es suficiente para que él crea que una lluvia torrencial será derramada sobre la nación.

Quiero tener esa fe, quiero postrarme a tus pies en actitud de intercesión. Redespiértame Señor, haz de mí Tu intercesor. Necesito vivir todos los días en expectativa, necesito caminar lo sobrenatural, no puedo orar dudando. Úsame Señor, pequeño como soy, haz de mí Tu profeta, haz de mí un intercesor auténtico y comprometido con Tu promesa de avivameinto. Espíritu Santo de Dios, incomódame, despiértame en la madrugada, provócame a ser aquel que está constantemente en la brecha. No quiero ser un distraído, quiero tener los pies en el suelo, asumiendo todas las promesas que hiciste, y al asumirlas, quiero verlas cumplidas en la nación brasileña y en mi vida. Úsame Señor, quiero ser usado, quiero ser intercesor, quiero ser profeta de un nuevo tiempo, quiero ser profeta del avivamiento. Amén. Aleluya.

(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).

Traducción al portugués

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