Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto esperado.
Palabra: Jeremías 2, 12-13
“Que los cielos se asombren y tiemblen espantados por eso -oráculo del Señor- porque un doble crimen cometió mi pueblo: abandonarme a mí, fuente de agua viva, y excavarse pozos, pozos agrietados que no retienen agua”.
Dios habla por boca del profeta que aquel pueblo le había abandonado, fue detrás de ídolos, se desvió del proyecto de salvación, se enfrió su fe, se volvieron vacíos, como los pozos defectuosos y agrietados. Y queridos míos, ¿cuántos de nosotros nos estamos sintiendo así?
Pozos defectuosos, agrietados, estamos vacíos. Llegó la hora de evaluar nuestra vida, de hacer un examen de conciencia sincero para verificar lo que hemos colocado en el lugar de Dios, para examinar a quien hemos buscado. ¿Realmente estamos buscando al Señor con sinceridad? ¿Queremos el avivamiento del Espíritu Santo o más bien queremos que nuestro nombre sea reconocido como avivalistas? ¿Hemos buscado la gloria de Dios o nuestra propia gloria? Corremos el riesgo de querer robar la gloria de Dios, esto es una tentación constante.
¡Cuántas personas abandonaron al Señor y ni se han percatado! Están buscando los aplausos, el dinero, están alimentándose de agua sucia, de psicologismos, de doctrinas falsas y dejaron de buscar al Dios verdadero, dejaron de buscar la acción del Espíritu Santo, volvieron a la carne y a las cosas de este mundo, se quedan en la emoción y en el sentimiento infecundo y no en la experiencia verdadera del Espíritu Santo. Queridos, sólo en el Señor encontramos la fuente de agua viva, que nunca se agota y que sacia nuestra sede, es en Su Palabra, es en la experiencia del Espíritu Santo, en el esfuerzo y en la lucha de todos los días que verdaderamente vamos a experimentar lo que Él tiene para nosotros, muchas veces sin sentimiento pero con mucho amor a Aquel que por nosotros murió en la cruz, con mucha devoción y adoración al Espíritu Santo. Lo mejor de todo, es que hoy Dios nos da una oportunidad de volver a ser lo que realmente debemos ser.
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Mortificación: No encender la televisión y aprovechar el tiempo que se pierde en la TV para tener un momento de intimidad con Dios.
Oración y clamor: Señor, hoy yo quiero reconocer que en muchos momentos intenté robar Tu gloria, que te abandoné y me coloqué en el centro de todo. Mi Dios, ¡cuántas veces esto ha sido tan explícito que ya ni me he dado cuenta! Pues dejé de orar, de buscar Tu rostro, de tener intimidad con el Espíritu Santo. Coloqué mi corazón y mi tiempo en tantas cosas. Te pido perdón por eso. Realmente, en muchos momentos me he sentido un pozo agrietado, defectuoso, que no retiene agua. ¡Qué vacío Señor! ¡Qué experiencia terrible! Parecía que el Señor se había alejado de mí, pero en verdad fui yo quien me alejé de Ti. Leí tantos libros, pero no me alimenté de aquello que era lo principal, Tu Palabra. Vi tantos programas en la TV y estuve tan poco tiempo en Tu Presencia. Me arrepiento, Señor, y quiero volver. Envía Tu Espíritu sobre mi vida y revélame los ídolos que necesito romper, que necesito quemar, de los que me tengo que deshacer. Pues quiero esa agua viva que desborda y que puede saciar mi sed. Perdóname, Señor, y haz que sea amigo de Tu Espíritu Santo. Amén.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).