Comenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.
Palabra: 2 Timoteo 1, 6
“Por eso te recuerdo el deber de reavivar el don que Dios te otorgó cuando impuse mis manos sobre ti”.
Pablo da una indicación precisa para Timoteo, pues sabía de la gran lucha que él estaba enfrentando al cargo de la Iglesia que le había sido confiada. A pesar de ser joven, estaba desgastado por las persecuciones y por las incomprensiones de los miembros de esta comunidad. Todo este desgaste generó desánimo, ganas de desistir, un sufrimiento profundo, y un riesgo de alejamiento de todo aquello que es la voluntad del Señor. El secreto de la perseverancia es el dado por el Apóstol: “reavivar el carisma que Dios te concedió por la imposición de mis manos”.
Es decir, reasumir aquello que él era: un ungido de Dios que recibió la ordenación por la imposición de las manos de Pablo, y junto con la imposición de las manos recibió la autoridad y legitimidad para estar al frente de esa comunidad, se volvió un hombre lleno del Espíritu Santo. Por eso, no tenía el derecho de ceder a la presión de aquellos que se oponían a él, sino que debía continuar siendo fiel, cumpliendo su misión. En otro texto, Pablo le dice a Timoteo: que nadie te menosprecie por ser joven. Así pues, Dios nos pide que en el día de hoy asumamos realidades importantes: reavivar la llama del carisma que está en nosotros, especialmente todo aquello que recibimos el día en que nuestros hermanos impusieron las manos sobre nosotros y pidieron que fuéramos bautizados con el Espíritu Santo.
Reavivar, reencender, es una llamada de Dios, y requiere que percibamos que no depende solamente de Dios, pues Él siempre nos quiere reavivar, por tanto, necesitamos dar los pasos en esta dirección y buscar nosotros este reavivamiento. Esto no sucederá de forma mágica, sino con nuestra entrega y la búsqueda de este avivamiento. Yo siempre busco este reavivamiento en oración y mediante la apertura de mi corazón al Espíritu Santo, suplicando que Él haga una obra grande en mí y que todos los días experimente este avivamiento, que me va a mantener en el camino de la profecía.
Es muy importante recordar que existen con nosotros personas jóvenes en su caminar, jóvenes en edad y jóvenes de experiencia con Jesús y con el Espíritu Santo, y que han sido avivadas por el Señor, y como Pablo dijo a Timoteo, yo lo digo a los jóvenes: que nadie te menosprecie por ser joven. Dios usa a los jóvenes para cuestionar a los más mayores en su caminar, para retirarlos de la comodidad y del entumecimiento. Profetas jóvenes, profetas avivados. Digo a los mayores: no maltraten a los jóvenes, no duden de la acción del Espíritu Santo en sus vidas, no los espanten o alejen, sino sean una presencia de sabiduría, incentívenles. Nunca sean un cubo de agua fría en la experiencia de fe que están teniendo.
No sean enemigos de la obra del Espíritu y no sean un motivo de desánimo en la vida de los jóvenes. Si usted es del Espíritu, usted debe incentivar, no desanimar. Ten siempre en mente lo que Pablo dijo a Timoteo en relación a los jóvenes: Nadie te menosprecie por ser joven. Dales oportunidades, respétalos, pues Dios habla por boca de los pequeños. Las indicaciones que Dios da por medio de Pablo a Timoteo son en verdad las indicaciones que nos da a ti y a mí, pues tal vez estemos agotados y cansados de las persecuciones y de las incomprensiones, sin embargo necesitamos evaluar sinceramente si estamos dispuestos a pagar el precio de la unción, el precio del avivamiento, el precio de la voluntad de Dios.
Si no estamos dispuestos, tenemos que tener el coraje de salir y de decir que no estamos a la altura, teniendo la certeza de que Dios no nos obliga a nada. Pero si estamos dispuestos a pagar el precio, vamos a buscar aquello que Pablo enseñó y vamos a continuar en la lucha y en la visión hasta el fin: Por eso, quiero exhortarte a reavivar el carisma que Dios te concedió por la imposición de mis manos. Así sea. Amén.
Mortificación: Buscar personas para que recen por ti pidiendo que sea reavivado en tu vida el don de Dios, los carismas, el bautismo en el Espíritu Santo.
Oración y clamor: Mi Dios, lo que más quiero experimentar en mi vida es ser reavivado por Tu Espíritu. Deseo exactamente eso, vivo buscando esta gracia, que sea reavivado en mí el carisma que el Señor me concedió. Confieso que he andado cansado, abatido, desanimado, desgastado, en oposición a aquellos que quieren ser fieles, quieren hacer lo correcto, y principalmente, que quieren ser dóciles a la acción de Tu Espíritu. Sé que Tu enemigo ha usado a personas para alcanzarme, y muchas de ellas fueron personas importantes en mi caminar en la fe, y eso me ha decepcionado mucho, pero quiero perdonar a cada una de ellas, y pedir que experimenten la gracia y el poder de Tu Espíritu, para que caminen en la visión y no en la carne.
Necesito reconocer que aún soy muy débil y que en muchos momentos he pensado en desistir, volver atrás, abandonar la visión y el carisma, pero ante la exhortación de Pablo a Timoteo, quiero retomar todas las cosas. Si existe persecución y oposición, es una gran señal de que he caminado en la bendición y en Tu voluntad, y es señal de que he incomodado al infierno; si existen dificultades, son para probar mi fe, para que dé una respuesta muy concreta y decidida al Señor. Decido derramar la sangre por el avivamiento, quiero ser bautizado una vez más en el Espíritu Santo, quiero volver a ser fiel y quiero retomar la visión espiritual.
Manifiesta Tu poder en mi vida, quiero descansar en Ti, quiero ser conducido todos los días por Tu Espíritu Santo, quiero hacer Tu voluntad, incluso aunque esta voluntad ponga en riesgo mi vida, como los apóstoles vivieron en peligro por amor al Señor, al Evangelio, a la misión. Señor, que nunca quiera explicaciones, sino que haya en mi vida rendición, disposición al sacrificio, obediencia ciega a la dirección de Tu Espíritu Santo. Heme aquí para hacer Tu voluntad, quiero que Tu gracia desborde en mi vida, quiero avanzar en la búsqueda del cumplimiento de Tu voluntad. No voy a abandonar el barco, voy a seguir al frente, incluso estando solo, incluso cansado, incluso débil, pues sigo a Aquel que nunca me deja solo, pues sé que me darás descanso y sé que eres mi fortaleza. Ven Espíritu Santo, aviva el carisma que el Padre me concedió. Amén. Aleluya.
(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).