Devocional: Profecía del Avivamiento 49º dia

cancaonovaComenzamos nuestra experiencia en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu. Que renueve la faz de la Tierra. Oración: Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Pedimos Señor que esta Palabra se vuelva viva y eficaz en nuestra vida, y no vuelva al Señor sin haber producido en nosotros el efecto.

Palabra: Apocalipsis 2, 2-4

“Conozco tu conducta, tu esfuerzo y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes se dicen apóstoles y no lo son, y comprobaste que son mentirosos. Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo”.

Vemos al principio de esta cita bíblica cómo Dios elogia a aquella Iglesia por su esfuerzo y constancia; dice que son perseverantes, que sufrieron por causa de Su nombre. Sin embargo, hace una importante corrección, pues tiene algo contra ella. Párate a pensar lo siguiente: que Dios tenga algo contra alguien o contra alguna estructura es algo muy serio, pues Él se pone en contra cuando una situación específica va contra Él, contra sus principios o contra sus mandamientos. Aquí destaca el abandono del primer amor, es decir, del entusiasmo, del fervor, de la decisión por Dios y por la radicalidad, por la santidad. Esto es muy serio, y por ello debemos preguntarnos: ¿estoy en el primer amor o como ellos, también he abandonado?

En otra traducción de esta cita, ese amor se traduce como fervor, el primitivo fervor. Muchos caen en esta desgracia, discúlpeme por usar esta palabra tan pesada, pero es que es precisamente eso, si Dios se pone contra mí, es una desgracia. Muchos usan un lenguaje que acaba volviéndose diabólico, un ejemplo de pérdida de visión espiritual: “yo no soy como aquellos que todavía están en el primer amor, yo he madurado, mi fe ahora es más madura; antes pensaba como ellos, ahora soy equilibrado, soy moderado, nada de radicalismos, pues tenemos que interactuar con el mundo, debemos relativizar algunas convicciones para acercarnos al mundo”. Veamos lo que nos dice el Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI): “No son los cristianos los que se oponen al mundo, es el mundo que se opone a ellos cuando se proclama la verdad sobre Dios, sobre Cristo y sobre el hombre. El mundo se revuelve cuando al pecado y a la gracia se les llama por sus propios nombres.

Después de esta fase de “aperturas y relativizaciones” indiscriminadas, es tiempo de que el Cristiano recupere la consciencia de que pertenece a una minoría y de que muchas veces estará en oposición a lo que es obvio y natural para aquello que el Nuevo Testamento llama –y no precisamente en un sentido positivo- ‘el espíritu mundano’. Es tiempo de reencontrar el coraje del anticonformismo, la capacidad de oponerse, de denunciar muchas de las tendencias de la cultura que nos rodea”. (“¿La fe en crisis?”) Perdemos el fervor cuando paramos de rezar, de buscar la intimidad con el Señor, cuando entramos en una amnesia espiritual y olvidamos quienes somos, dejamos de ser carismáticos, y por tanto, vamos abriendo brechas por las que entra el conformismo y el pensamiento mundano, y dejamos de adorar y servir al Espíritu Santo y comenzamos a adorar y servir al ‘espíritu mundano’.

En esta recta final de este devocional, debemos mirarnos por dentro, debemos ser sinceros con nosotros mismos y con Dios, y si vemos que hemos dejado de vivir el primer amor, el primitivo fervor y hemos vivido regidos por el ‘espíritu mundano’, ha llegado el tiempo de la conversión, de volver al primer amor, y solamente el Espíritu de Dios puede hacer que esto suceda en nuestra vida. Tengamos el coraje de someter nuestra vida a Él, tengamos el coraje de romper todo altar de idolatría en nuestra vida, tengamos el coraje de colocar la cara en el polvo, de humillarnos así ante el Señor Dios, y recomenzar una vida nueva, una vida en el Espíritu, en el fervor inicial. Es la hora de Dios para mí y para ti.

Mortificación: Renuncia a la vida vieja, confiesa y clama que quieres volver al primer amor.

Oración y clamor: Espíritu Santo de Dios, quiero adorarte con toda la intensidad de mi corazón, con toda la fuerza de mi ser y decirte que Tú eres todo para mí, que eres la mayor necesidad que tengo en mi vida y en mi caminar cristiano. Espíritu Santo, que seas glorificado, adorado y exaltado. Te amo, te adoro, te glorifico, quiero recibirte en mi vida, deseo experimentar Tu fuerza, Tu fuego, Tu poder, Tu avivamiento, quiero ser incendiado otra vez, quiero experimentar el entusiasmo de los inicios de mi caminar, el fervor inicial, y toda la potencia de Tus dones y carismas. El mundo es malo, Santo Espíritu, y el espíritu mundano muchas veces ha entrado en mi corazón y en mi vida y me he conformado con las cosas de este mundo, le dejé espacio, le di abertura, y esto me alejó de Tus proyectos y de Tus sueños para mi vida.

Pero hoy digo sin miedo que quiero volver al primer amor, al primer fervor, asumiendo todas las consecuencias que esto implica para mí, teniendo plena consciencia de que tengo que renunciar a muchas cosas, como amistades, cosas que permití entrar en mi casa, en mi ordenador, en mi TV, y principalmente en mi mente. Quiero volver al primer amor, al primitivo fervor, necesito experimentarlo una vez más, avivando todo lo que se ha enfriado en mí. Sopla, reenciende Tu fuego, ahora hay sólo cenizas, pero la brasa aún está encendida en mi corazón, sopla y haz que venga un fuego nuevo.

Quiero volver a la amistad contigo, y esto implica mucho, Espíritu Santo de Dios, pues sé que el amigo permite al otro participar de su propia vida, y quiero que participes de la mía, de mis decisiones, de mi caminar diario, quiero tener intimidad, quiero orar en espíritu, quiero buscarte desde el amanecer hasta el anochecer, quiero que trabajes en mí mientras duermo, quiero ser Tu amigo, Espíritu Santo de Dios. Renuévame una vez más, enciéndeme, necesito de más unción, de más poder, de más fuerza, de más coraje, de más santidad, manda fuego del cielo y quema todo lo que no es Tuyo.

Ven Espíritu Santo de Dios, haz morada en mí, hazme volver ahora, a la experiencia inicial, te doy libertad de actuar en mí, te estoy dando esta libertad, recibe mi vida, como sacrificio, como oblación, quiero pertenecer enteramente a Ti. Espíritu Santo, que seas adorado, glorificado y exaltado. Me consagro a Ti, quiero tener comunión, quiero el avivamiento en mi vida. Así sea. ¡Amén! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!

(Deja ahora libremente que el Espíritu Santo te lleve a una experiencia de un gran clamor y de toda la revelación que Él tiene para tu vida).

Traducción al portugués

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